Detuvieron al influencer Yao Cabrera: la Justicia lo condenó por reducción a la servidumbre

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La ex estrella de Youtube fue arrestado en Córdoba por la PFA luego de la sentencia dictada en abril de 2024. Qué dice la acusación en su contra

Marcos Cabrera Rodríguez, alias “Yao”, influencer y ex estrella de Youtube, fue detenido en la provincia de Córdoba luego de ser condenado en abril de 2024 a cuatro años de prisión por el delito de reducción a la servidumbre.

La víctima, una editora de sus videos, denunció a Cabrera en 2020. El arresto, realizado por la Policía Federal luego de la confirmación de la sentencia dictada por el Tribunal Federal Número 3 de San Martín, ocurrió a mediados de la semana pasada.

Yao Cabrera

Sin embargo, el dato, confirmado a Infobae por fuentes del caso, trascendió en las últimas horas. El veredicto, dictado por la jueza Nada Flores Vega, ordenaba al influencer a resarcir a la víctima con un pago de seis millones de pesos.

Según documentos de la causa, Cabrera “entre diciembre de 2019 y enero de 2020, contrató como editora de videos a la víctima. A tal propósito, le prometió un salario y proporcionarle vivienda y comida. Sin embargo, en este período, mientras residían con otras personas en el inmueble en el lote 125 del barrio San Marcos, ubicado en la zona de escobar, Cabrera Rodríguez la sometió a precarias condiciones laborales”.

El fallo en primera instancia detalló el maltrato al que Cabrera sometió a su víctima, con “jornadas de labor extensas (más de doce horas y a veces un día entero sin descanso); se amenazaba con la imposición de descuentos (multas) -efectivizadas en una ocasión- o la expulsión si no se cumplían las condiciones (grabar vídeos con ciertas personas, replicar material en redes sociales y normas de convivencia); se proporcionaba la comida en mal estado y cantidades insuficientes; solo podía ausentarse de la vivienda los domingos siempre y cuando hubiese concluido con sus labores; y nunca se le pagó el dinero prometido.

Durante la primera noche la hicieron dormir en el suelo hasta el día siguiente, “cuando un integrante del grupo le tendió una cama”. La víctima describió “el ambiente imperante en ese domicilio como repulsivo”, con horarios enloquecedores: debía despertarse alrededor de las 9 de la mañana y no podía descansar hasta la 1 o 2 de la mañana siguiente. Solo la dejaban salir los días domingo.

Para comer, Cabrera le daba arroz con tomate de lata. De merienda, un té y tres galletitas de agua. A veces no había nada qué cenar. A veces la comida estaba descompuesta, lo que la llevaba a fuertes malestares. No tenía dinero para comprar comida, ya que no le pagaban. Si comía de más, le reprochaban que dejaría sin comida al resto del grupo. La comida estaba etiquetada para los ocupantes de la “Mansión”. Si comía algo que no le correspondía, le aplicaban una multa y la humillaban en ronda.

“Muerta de hambre”, le decían. Luego, la obligaban a limpiar inodoros tapados, bajo amenazas de echarla a la calle. Peor aún, Cabrera le decía que debía comportarse como “su esclava”. Cabrera le había prometido pagarle diez mil pesos. Luego, nada. Debía conformarse con la casa y la comida podrida.

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