Abril, a 20 años del trasplante de corazón: el gesto de amor que la unió por siempre al papá de su donante

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Su caso conmovió al país. La familia Dispenza suplicaba en los medios por un milagro que finalmente llegó. La vida, con sus mágicas vueltas, los hizo encontrarse con el papá de la chiquita donante y hoy son todos una gran familia. El día que entró a sus XV de la mano de él.

Hace 20 años la cara de Abril fue cadena nacional. Sus papás, Sergio y Carolina, se habían embarcado en una campaña intensa y urgente. Su hija, que apenas superaba el año de vida, estaba en emergencia nacional a la espera de un corazón para seguir viviendo.

Fueron seis meses los que la familia Dispenza aguardó por ese órgano. Siempre con cautela, sabiendo que esa esperanza para su hija significaba también que del otro lado un nene debía perder la vida.

Por eso mismo, su historia tocó el corazón de todo el país. Los ojos de Abril habían ingresado a la casa de cada argentino. Sus papás habían logrado su objetivo: esa beba ya no les pertenecía, sino que era parte de cada persona que en algún momento escuchó su historia y pidió para que ocurra el milagro.

Y un día, en medio de la búsqueda, una tragedia sacudió a Enrique Pereyra, un excombatiente de Malvinas. El hombre y su familia habían tenido un accidente en la ruta, en Santiago del Estero. Producto de ello, murieron su mujer, Gloria, y su hija Romina, de 11 años. Él sobrevivió y su bebá, Ayelén, de poco más de un año, también. Sin embargo, la chiquita estaba muy grave y luego de una semana falleció. Pero su corazón no dejó de latir. Cuando a su papá le preguntaron si quería donar sus órganos, él dijo, con firmeza y en un acto de amor impresionante, que si era para la nena que vio en la tele antes de salir a la ruta y tener el accidente, sí.

Al año de vida, Abril empezó con problemas del corazón. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
Al año de vida, Abril empezó con problemas del corazón. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

Así ocurrió el milagro de la ciencia y de la vida. Abril, que no era compatible con Ayelén, recibió su corazón en una operación única hasta ese momento en Latinoamérica. Su historia, tras ello, cambió para siempre.

Abril en emergencia

Como cualquier bebé de un año, Abril jugaba, se reía, aprendía a dar sus primeros pasos y a degustar nuevos alimentos. Balbuceaba algunas palabras e identificada sonidos por primera vez. Hasta que un día su salud comenzó a flaquear.

“Éramos una familia normal con dos hijos chiquitos. De repente Abril dejó de comer, se empezó a sentir mal y la llevamos al pediatra. El médico nos pidió que le hagamos un análisis de sangre y nos explicó que tenía adenovirus, que era muy agresivo y no se iba con médicamento, que había que esperar”, contó Sergio, el papá de Abril, en diálogo con TN.

Abril y Sergio, padre e hija, a 20 años de aquel emocionante momento. (Foto: TN / Agustina Ribó)
Abril y Sergio, padre e hija, a 20 años de aquel emocionante momento. (Foto: TN / Agustina Ribó)

A la semana de ese episodio, la beba siguió con los cuidados, a la vez que la familia continuaba con su vida. Pero ese domingo comenzaron los síntomas fuertes. “Caro se despertó, me dijo que Abril no estaba bien, que había amenecido toda hinchada y que la iba a llevar al Garrahan porque no le gustaba como estaba”, precisó el hombre. Tras ello, se volvió de Rosario, donde estaba en ese momento, y se dirigió al centro de salud.

“Había todo un revuelo porque cuando la gorda llegó el médico que la atendió en la guardia llamó a otro y a otro hasta que nos contaron lo que pasaba. Ahí mismo nos dijeron que podía ser una posibilidad el transplante porque se le había dilatado el corazón, que eso se podía revertir o no, y por desgracia no se recuperó”, recordó Sergio.

En medio de la confusión, de la impactante noticia y del riesgo por la fragilidad por la salud de su hija, comenzaron las dudas. “Fue un baldazo de agua fría, no había manera de asimilar eso. Ahí empezó una corrida a contrarreloj para llegar al órgano”. Y así fue. Con el pasar de los días la situación de la nena fue empeorando y ahí Sergio y Carolina decidieron empezar a mostrarse y mostrar a la beba a los medios.

La pequeña luego de su cirugía. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
La pequeña luego de su cirugía. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

“Era muy difícil salir a hablar porque uno se pone frente a una cámara, ¿a buscar qué?, ¿a decir qué? Estamos hablando de un donante cadavérico, entonces, si bien uno no quería que otra familia pase por lo mismo que estábamos pasando nosotros, la tragedia de perder a un hijo, sí pretendíamos que lamentablemente el que haya pasado por algo así se acuerde de Abril en ese momento tan trágico”, señaló el hombre.

Con esa premisa, empezaron a comunicarse con todos los noticieros. “No me acuerdo el momento exacto en el que salimos, sí me acuerdo que a Abril la velaba todos los días y le pedía a la mamá que la mire, que esté conectada en ella, que la hija no pierda ese lazo que hay con la mamá, que yo me iba a ocupar de encontrar ese órgano”, recordó entre lágrimas.

Así, llegó, también, hasta el entonces presidente Néstor Kirchner. “Me atendió con la velocidad que necesitaba el caso”, expresó Sergió. “Nos habían dicho que Abril no tenía resto, que en un vómito se podía llegar a morir porque no tenía más energía. A mí eso me había quedado en la cabeza y un viernes, mientras estaba en la puerta del hospital con un medio, llamé por teléfono a Caro que estaba en la habitación y me dijo que la nena acababa de vomitar. Eso me prendió todas las alarmas. Agarré el auto, estacioné en la Casa Rosada y le pregunté al policía que estaba atrás de la reja cómo tenía que hacer para hablar con el Presidente. Me dijo que iba a preguntar, después pasé por una serie de personas para llegar hasta él, pero lo importantes es que desde que le pregunté al policía de la puerta hasta que me atendió Kirchner pasaron 40 minutos nada más”.

Y ahí, una vez más, pidió ayuda. “Lo primero que me dijo cuando entré a su despacho fue ‘lo que vos necesitás yo no te lo puedo dar, pero contame en qué te puedo ayudar’”, recordó Sergio. “Le dije que lo único que necesitaba era que Abril se metiera en todas las casas. Yo no sabía de dónde podía llegar a venir ese órgano y necesitaba que toda la Argentina la conozca”, sumó.

Así, Kirchner llamó a su entonces ministro de Salud, Ginés González García, y junto al papá de la beba hicieron una conferencia de prensa para contar su caso. “Eso fue un aporte más de los que hicieron los medios por nosotros, porque Enrique (el papá de su donante) la vio a Abril en una nota televisiva”, remarcó.

El corazón

De forma intempestiva, un día llegó el corazón. Una tragedia había golpeado a una familia de zona oeste. Enrique Pereyra, un excombatiente de Malvinas, estaba de vacaciones en Santiago del Estero junto a su familia. Ese día, antes de salir a la ruta nuevamente, vio a Sergio en la televisión y le dijo a un amigo “mirá, pobre chico, le está pasando eso con su hija que tiene la edad de Ayelén”.

Abril y Enrique a lo largo de la vida. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
Abril y Enrique a lo largo de la vida. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

Poco después emprendió viaje y ocurrió una desgracia. En medio de la ruta chocó y Gloria, su esposa, y su hija mayor, Romina, perdieron la vida al instante. Él y Ayelén, su beba de 17 meses, sobrevivieron. Pero la chiquita, luego de una semana internada, tuvo muerte cerebral. En ese momento tan difícil para la vida de ese hombre, los médicos le hicieron una pregunta muy dura: ¿quiere donar el corazón de su hija para salvar una vida?

En ese momento, Enrique tuvo un acto de amor impresionante y dijo que si. “Si es para la nena que vi antes de salir a la ruta, sí”, respondió. “Haber sufrido la tragedia que sufrió, haber pensado en Abril, en otra persona, y donar el corazón de su hija es un acto de amor gigantezco, es mucho más que ser solidario”, destacó Sergio.

El caso de la beba de ojos color cielo había tomado tanta transcendencia que la noticia le llegó a la familia primero por un medio. Al día siguiente, en la mañana del 24 de enero de 2004, desde el Garrahan los llamaron. Los papás de la chiquita llegaron rápido al hospital y ahí les contaron que había un órgano para su hija, pero también había un problema: no era compatible. Sin embargo, era lo único que había en ese momento porque Abril no pasaba de ese fin de semana. Así que con los ojos cerrados y el corazón propio en la mano, confiaron en los profesionales y avanzaron. De esa manera, mientras parte del equipo que trataba el caso se quedó en el centro de salud para preparar a Abril, otro grupo emprendió viaje a Santiago del Estero para realizar la ablación.

La beba luego de la cirugía. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
La beba luego de la cirugía. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

Finalmente, con mucha esperanza y fe se realizó la operación y fue un éxito. “Siempre fuimos conscientes de que para que Abril viva tenía que morir un nene así que decir que estábamos felices quizás no es la palabra justa, sino lo que pasó, somos muy respetuosos de eso”, manifestó Sergio.

El encuentro

Una ley impide que donante y receptor se conozcan, pero el caso de esta nena había llegado tan lejos que quien había donado el corazón sabía donde daba sus latidos ahora su hija. Es por eso que unos meses después de la cirugía, a Carolina y Sergio les llegó una carta de los excombatientes de la guerra de Malvinas donde le decían que uno de sus compañeros era el papá de Ayelén, la donante, y que quería conocer a la beba.

La carta de los excombatientes a los papás de Abril. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
La carta de los excombatientes a los papás de Abril. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

Los papás dijeron que sí. “Si Enrique quería conocerla ahí íbamos a estar, firmes, porque era lo mínimo que podíamos hacer”, señaló el papá de la chica. El primer encuentro se dio en un local de comida rápida. Enrique había ido con su familia y ese día conocieron quien era la pequeña a la que le salvaron la vida. “Fue muy mágico todo. Con él fue todo bien desde el minuto cero, es como si fuera un hermano, no siento deuda, es admiración, un montón de sensaciones y realmente lo considero el segundo papá de Abril, yo los veo juntos y no lo puedo creer porque en el corazón de mi hija está el corazón de su hija y se adoran. El negro es un fenómeno”.

La vida de Abril

Con su nuevo corazón, esa beba que conmovió a todo el país, que generó cosas impresionantes en la gente, que llegó a cada casa, hoy tiene 22 años, estudia psicología, trabaja y tiene una vida más que feliz.

“Lo más importante de mi caso es que fue a sangre cruzada, algo que no se había hecho en Latinoamérica. Y que conozco a la familia donante”, dijo la protagonista de la historia en diálogo con TN.

Sobre su relación con el papá de la donante, expresó: “Yo desde chiquita tengo el recuerdo de que está Enrique en mi cumpleaños, o nosotros vamos al de él. Desde chiquita también me explicaron que era trasplantada y para mi era normal ir al médico a hacerme controles seguido, tomar medicacion y cuidarme toda la vida”.

La beba del milagro. (Foto: TN / Agustina Ribó)
La beba del milagro. (Foto: TN / Agustina Ribó)

“Enrique está siempre, desde el día que tuvieron el primer encuentro con mis papás se fue dando algo súper natural porque nunca más no estuvo. Actualmente está en pareja hace muchos años y siempre nos invitan a su casa. En mi fiesta de 15 entré con él”, contó la joven.

Sobre esa decisión, explicó que un día, haciendo los preparativos para la celebración, se pusieron a decidir en familia cómo iba a ingresar ella al salón y le comentó a sus papás la idea que tenía: “Les pregunté, ‘¿qué les parece si yo entro con Enrique porque él no tiene esa posibilidad?’”, contó Abril entre lágrimas.

Ese emocionante momento finalmente se concretó. Con su vestido de corset blanco y una enorme pollera fucsia, esa adolescente de 15 años entró del brazo de su papá del corazón, quien con su traje impecable y una hermosa sonrisa, escoltó a la cumpleañera.

Del festejo también formó parte todo el equipo médico del Garrahan que hizo posible que esa operación sea un éxito.

Abril, sus papás, González García y los médicos que la operaron. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
Abril, sus papás, González García y los médicos que la operaron. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

“Fue hermoso. Siento que es importante dejar que él esté con nosotros, que me tenga cerca. El otro día vi unas notas viejas, porque estábamos haciendo la copia de un discos rígidos, y en un momento él dijo que lo único que quería era tenerme cerca, verme crecer. Para mí siempre va a estar presente y siempre lo voy a tener en cuenta”, insistió la esa chica que hoy ya tiene 22 años.

La vida para Abril es intensa, porque es como le enseñaron sus papás que debía ser. “Me quedo con disfrutar, con cuidarme siempre y entender que hay problemas que capaz son más rutinarios, pero no son lo importante. Lo importante es disfrutar mi salud, que estoy acá, y poder contar y hablar de la donación”, remarcó y agregó: ” Encaro la vida desde el lado de disfrutar, de proponerme cosas y hacerlas con alegría, con amor y siempre celebrando todo”.

“Veinte años después de todo lo que pasó es gracias a la difusión, a la donación. Fuimos encontrándonos también con otros padres que estaban en lista de espera, con el papá de Justi (Lo Cane), con quien empezó la campaña Multiplicate por siete y la Ley Justina, y eso creo que es muy importante. Hablar de donación en general, que se den charlas. Si alguien tiene alguna duda que se meta a la página del Incucai, que se inscriba, que sepa que van a ayudar a muchas familias que lo necesitan”, rescató de toda esta historia la joven estudiante.

La entrada de Abril a su fiesta de 15. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
La entrada de Abril a su fiesta de 15. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

Sobre el final, Abril no tuvo más que palabras de amor hacia Enrique y toda la familia Pereyra: “Siempre me sale decirle gracias a él, a su familia también porque no solo él nos aceptó, lo hicieron sus hermanas, su mamá, las hermanas de su esposa que falleció, todos siempre nos recibieron bien. Gracias por darnos el espacio. Gracias a los médicos también porque todos se arriesgaron y salió bien”.

Inclusive, surgió ese “gracias” a mamá y a papá entre lágrimas por toda esa fortaleza que tuvieron en aquel momento para que esa pequeña bebita sea conocida por todos y sea posible ese milagro.

“La donación no es algo oscuro ni raro, sino algo lindo que se hace desde un acto de amor como me tocó a mi. Siempre que pueda hablar en favor de la donación lo voy a hacer”, completó.

La beba que hoy ya tiene 22 años. (Foto: gentileza Abril Dispenza)
La beba que hoy ya tiene 22 años. (Foto: gentileza Abril Dispenza)

Sergio también le dio un cierre a esta historia insistiendo en la importancia de donar. “Hay un slogan que habla de solidaridad, pero es mucho más profundo que eso. Es un acto de amor tremendo, más cuando se trata de chicos. Es muy importante comunicar, saber que hay gente que necesita y que se le puede cambiar la vida no solo al receptor sino a toda la familia. Nosotros nos hubiésemos perdido de conocer a Abril sino fuera por esa familia maravillosa”, remarcó.

“A Abril yo siempre le digo que me enseñó un montón. Aprendí a vivir el día a día de una manera muy intensa, el minuto a minuto, cada cosa fue un festejo, un logro y un paso hacia adelante. Después de algo así mirás la vida con otra perspectiva, sin ponerte en bohemio porque al chino tenés que cruzar igual a comprar la leche, pero aprendes a vivir con más afecto y cariño”, concluyó.

Foto y video: Agustina Ribó

Realización: Tamara Ferro

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