Miriam Verdugo se presentó ante el fiscal Ramiro González durante más de seis horas. Infobae accedió a todos sus dichos. Los detalles
Miriam Verdugo, la madre de Fabiola Yáñez, reveló a la Justicia que hubo “muchos más hechos de violencia” contra su hija por parte del ex presidente Alberto Fernández que hasta ahora no forman parte de la causa judicial. Durante seis horas, contó cómo vio que el ex jefe de Estado le pegaba una patada en el piso, con un embarazo de 8 meses, y ratificó el maltrato que sufrió después de la foto que destapó la fiesta de Olivos. Ante el fiscal Ramiro González y los abogados de las partes, la mujer –que viajó especialmente desde España– hizo un relato pormenorizado de lo que ella presenció mientras su hija estuvo en pareja. “La convirtió en un despojo humano”, sentenció.
Lo que sigue es la declaración completa, a la que accedió Infobae, que brindó la madre de Fabiola en la investigación judicial. Mientras ella declaraba, se conocieron nuevas fotos de la ex primera dama lastimada.
Nuevas imágenes de Fabiola Yañez con golpes en su rostro
“Hay muchos hechos más de violencia que no veo registrados en los hechos que me leyeron. Cuando tenía 8 meses de embarazo hubo un episodio de violencia cuando estábamos en el chalet, estábamos armando la habitación del bebé que todavía estaba usando, y como siempre a altas horas de la noche, a la 1:30 de la mañana, escuché gritos de Alberto y de Fabiola, me desperté y salí. Ahí vi cuando Alberto la sacaba de los brazos, la zamarreó y la tiró frente a la puerta del ascensor. Ella estaba embarazada. La soltó y se cayó con todo el peso sobre la panza. Ella se quedó ahí llorando. Yo salí de la habitación, la levanté, le pregunté qué pasó y me dice: ‘Otra vez lo mismo, reclamos de Fabiola a Alberto por cosas que él hacía y eso lo ponía agresivo’. Entonces la llevé a mi habitación y me pidió que le buscara su celular. Toqué la puerta de la habitación presidencial, no me contestó, entré igual a retirar el teléfono de ella.
Otra imagen de Fabiola con un golpe en el ojo derecho
Entonces, cuando entré, él me dijo que a él nadie lo tomaba por pelotudo y me dijo: ‘Yo acá soy el presidente’, como diciendo que yo hago lo que quiero y ustedes se callan, como siempre fue. Yo le dije que no me importaba que fuera el presidente, que no iba a dejar que maltratara a mi hija, y se lo repetí, y más estando embarazada, y él me volvió a repetir que él era el presidente y podía hacer lo que quisiera. Yo volví a mi habitación, donde se encontraba Fabiola, y él empezó a llamar por teléfono a ella. Él quería que volviera a la habitación, que no podía estar solo, que lo perdonara, que no iba a volver a pasar. Fueron entre 8 y 9 llamados esa noche. En el último, le dije que no la molestara más, que no llamara más y que la dejara descansar. Eso fue todo esa noche”.
La imagen que se conoció de Alberto Fernández y Fabiola en la en España
“En la casa de huéspedes, cuando yo estaba viviendo ahí, cuando ya había nacido el nene, se suscitaban peleas entre ellos siempre, y ella llegaba a la casa de huéspedes a cualquier hora de la madrugada con la cara hinchada o con un ‘bife’ recién puesto. Yo me levantaba y le preguntaba y veía cómo estaba. Una vez llegó con 4 dedos marcados en la cara. Y fueron unas cuantas veces que pasaba esto, que se peleaban y ella llegaba caminando a la casa de huéspedes. La violencia verbal la vivimos siempre, hasta el último día que él estuvo en España. Desde que salimos de acá y llegamos a España, siempre fue lo mismo: hostigamiento telefónico y verbal cuando estaba allá. No cambió en nada la situación. Siempre lo mismo. Y siempre con su amenaza, que nosotros no éramos nadie, que le iba a sacar al chico, por eso nunca la dejé sola”.
¿Cómo era la vida de Fabiola antes de conocer a Alberto Fernández? “Nuestra relación siempre fue buena, ella era alegre, quería lograr sus metas, quería estudiar, sobresalir, terminar la facultad y lo logró. Y empezó a salir con él, yo al principio no lo conocí. Después la desconocí a ella, no era la persona que era. Nunca tomaba pastillas para dormir, no había abusado del alcohol. Después de que ella se graduó de licenciada en periodismo, recién ahí lo conocí. Ya venía sabiendo de unas cosas que él hacía. Algunas cosas me contaba ella y otras se las contaba a su hermana, y me enteraba después de agresiones, maltratos, que yo después de que supe empecé a venir más seguido a Buenos Aires, a estar más cerca de ella para saber qué pasaba, y ella me llamaba y me contaba”.
“Yo lo único que quería era que él se fuera, que terminara la relación, pero ella estaba enamorada y él aprovechó todo eso para hacer todo lo que hizo con ella. Cuando él le propuso matrimonio, ella me contó cuando volvió del viaje junto a él. Yo la vine a ver porque ella me dijo que le había hecho un montón de cosas el mismo día que se comprometía con ella; él estaba hablando con otras personas, tenía relaciones paralelas. Yo venía a buscarla, a llevarla a Misiones, quería que se fuera a casa, que lo dejara. Hacía mucho tiempo que veníamos pidiéndole que dejara esa relación”.
“Esto fue en el departamento de él en Madero, Fabiola le dice a él que yo la vengo a buscar para que pase unos días en mi casa porque ya venían peleados del viaje, pero él la sentó con mucha autoridad al lado de él, le agarró la mano y me dijo que no podía llevarla porque él había arreglado toda su situación legal y que se iban a casar. Fabiola no dijo nada, se sometió otra vez, y él me dijo que no me la iba a llevar. La otra vez que me dijo que no me la iba a llevar, hubo varias veces que pasó (él, en vez de ayudarla, la encerraba, en el sentido de que te saqué las amistades, te alejé de tu familia, que tu mamá no venga porque no hay lugar). Él nunca nos dejó llevarla, y decía que ella estaba bien. Pero después él me llamaba diciéndome que ella estaba más deprimida, que abusaba del alcohol, que tomaba pastillas, a lo cual siempre le respondí preguntándole por qué mi hija toma pastillas o toma alcohol si antes no lo hacía”.
“Él me quería convencer de que mi hija estaba loca, que había que llevarla al médico, y siempre me llamaba a mí por todo eso, pretendía que yo arreglara los problemas que él generaba. Por supuesto que yo iba a estar por mi hija, que iba a ir, pero el problema no era ella sino él. Ella vivía encerrada en el departamento, sin amigos y familia. Y después él me llamaba diciendo que Fabiola tomó tal pastilla u otra, y yo le preguntaba quién se la dio. Él conoció a una chica sana y limpia y la convirtió en un despojo humano”.
El aborto. “Después vino lo otro que fue lo peor para ella y para toda mi familia. Ella no quería hacerse ese aborto, yo estaba con ella ese día y ella no quería, pero él le mandó la plata en un sobre con el secretario de él (Daniel Rodríguez, que estaba también con él en la quinta), y escuché lo que él le dijo por teléfono a ella, le dijo: ‘Ahí te mando el dinero para que mañana soluciones eso, te lo lleva Daniel, que no pase de mañana’, y cortó. Eso era para ir, para hacer lo que él quería, dio una orden. Y después vino todo lo otro”.
Las imágenes de Fabiola con el moretón en el ojo que forman parte de la causa
Según explicó, en 2016, después del aborto Fabiola se fue a Londres. “No pasó una semana y Alberto me llama a Misiones diciéndome que el dinero que él mandó no era para eso, acusándola a Fabiola de haberse ido, de haber hecho eso, el aborto que él le hizo hacer, y que por favor lo ayudara, que ella volviera, que me compraba un pasaje a Londres para que la fuera a buscar. Por supuesto, que no lo iba a hacer y que sabía lo que él le había dicho que hiciera. Que no lo iba a ayudar, que no me molestara más…”. Pero Fabiola “vuelve, vuelve con él, bajo las mismas circunstancias, nunca cambiaron. Pero ella ahí estaba más dolida, más maltratada. Y después pasó lo de Olivos”.
Hubo idas y vueltas en la relación, con separaciones y reconciliaciones antes del período presidencial, contó la madre. “Ella se había separado de él, estaba muy bien, vivía sola en un departamento. Yo me vine a quedar con ella, Fabiola estaba trabajando en una obra de teatro y no se veía mucho con él. Estaba sanando un poco de su relación, venía su hermana, su hermanita. Siempre que se vieran una o dos veces por semana con Alberto, ella estaba bien. Y ahí viene cuando él vino y le dijo que iba a ser presidente y quería que ella lo acompañara, siempre bajo sus normas, que Fabiola bajara sus redes sociales, dejara a sus amigos. Ella aceptó acompañarlo porque seguía enamorada de él, siempre fue leal a él. Eso era lo que más le dolía a ella, que él no la valorara y la respetara. Y era por lo que siempre se peleaban”.
Los celos y las amantes. “Los reclamos de ella eran porque él estaba con otras relaciones sentimentales, por cosas que le encontraba en el teléfono, porque no la respetaba, no la valoraba”.
Cuando lo eligieron presidente y ella se convirtió en primera dama, fue un cambio para toda la familia. “Tuvimos que bajar las redes. No podíamos hablar por teléfono. A ella la restringieron peor, y ella nos decía que no había que usar las redes, porque no teníamos que entorpecer en nada”. “Al principio vinimos a la asunción, en la época de la pandemia jamás vinimos porque nosotros no podíamos viajar, ella tampoco vino a Misiones, pero pasábamos mucho tiempo hablando por teléfono porque ella no podía hablar con nadie de las peleas que tenían entre ellos, entonces le quedaba solo hablar conmigo, con su hermana y no podíamos hacer nada porque no podíamos venir.”
El plan de tener un bebé. “Después de la pandemia y me lo contó en un viaje a Misiones -por viajes oficiales-. En uno de esos viajes oficiales ella nos contó que estaban planificando tener un hijo. Ahí decidí ir a vivir a Olivos, porque sabía que no estaba bien Fabiola. Y si la maltrataba, cosa que pasó, yo podía estar más cerca. Es más, cuando yo estaba ahí él se contenía un poco más. Estuve todo el embarazo y hasta el día de hoy con ella, acompañándola”.
La foto del cumpleaños. “Después de la foto del cumpleaños de ella todo fue para peor para ella. Era todo lo días la misma queja de Alberto ‘por tu culpa perdí la elección’ ‘por tu culpa voy a perder todo’, siempre fue la culpa de ella. Y siempre el mismo reclamo, con cachetadas o sin cachetadas siempre fue el mismo reclamo.” “Después de la foto nadie podía llegar, podía estar, como que la castigaron. Se peleaban más entre ellos, pero no había gente porque él no la dejaba. Le decía que esto es por tu culpa, siempre el mismo relato, es tu culpa, quedó sola, ya no hacía muchas cosas. En definitiva, es como que la encerraron, no había más actividades, no podía hablar con nadie y toda la gente que estaba en la foto desapareció, Fabiola se quedó sola en olivos, en la parte de arriba del chalet”.
El ojo morado. “En ese momento yo no estaba en Olivos, estaba en Misiones. Ella fue a Misiones por un viaje oficial muy bien maquillada pero cuando llegó a la casa de la hermana, donde estábamos, y me mostró, porque yo ya sabía del golpe porque me había comentado por teléfono, ahí sí le vi el golpe. Cuando la vi en persona le pregunté qué pasó y le dije eso no fue sin intención. Era evidente, semejante golpe no es ‘se me cayó la mano y le golpeé’. Yo sabía lo que era, el médico sabía lo que era, todos sabían lo que era, pero todos se callaban” (…) Lo único que ella me dijo es que estaban en la cama discutiendo y cuando no le gustó a él el reclamo que le hizo Fabiola, vino el golpe. Mantuvo el relato de la no intencionalidad durante dos o tres días, pero conmigo no podía, a mí no me podía mentir, a mí me dijo lo que había pasado. Y después cuando la vi, ratifiqué eso que no le pegó sin querer”.
Los testigos. “El nunca le pagaba delante de otras personas, salvo el empujón que yo vi esa madrugada nunca le pegó delante de nadie. Y el cachetazo de la última semana antes de mudarse del chalet presidencial a la casa de huéspedes. Ella venía al chalet de huéspedes caminando y le veo los dedos marcados en el cachete. Era evidente que él le había pegado. Solo tardas minutos caminando hasta la casa de huéspedes desde el chalet. El después negó este hecho, siempre negaba, no la toque, se cayó sola, lo juraba. Esa misma noche, la de los dedos marcados en el cachete, me lo negó cuando yo lo llamé por teléfono. Estuvimos tres o cuatro horas hablando por teléfono esa vez. Donde él me negaba que le había pegado, que él tenía que hacerse cargo de la situación, que se tenían que dejar de pelear. Esa noche le propuse que yo iba a estar acompañándolos hasta el último momento cuando, terminé su mandato, para que todo terminara en paz, porque Fabiola no aguantaba más, se quería ir. Lo último que hablamos era que no se iban a pelear más hasta que Fabiola pudiera salir de Olivos sin ningún problema”
“Lo sé por las veces que mi hija me lo dijo. Y él jamás peleaba antes de las 12 de la noche porque después de esa hora no había empleados. El nunca la maltrató o le levantó la mano cuando había gente alrededor, sobre todo los empleados. Esto sucedía cuando estaban solos. Igual todas las chicas, la ama de llaves, las que trabajan en el chalet hasta tarde, las que trabajaban en la casa de huéspedes, habían acatado la orden de que cuando escuchaban gritos se iban por la puerta de atrás cuando escuchaban que él pegaba el portazo a la mañana, el mediodía, cuando él llegaba. Eso fue en el último tiempo, en la casa de huéspedes. En el chalet, cuando escuchaban un grito un portazo, se iban a cocina.
La mudanza al chalet de huéspedes. “Fue en agosto de2023, en lo último del mandato de él. Ya eran muchas las peleas, los cachetazos, yo ya estaba viviendo en la casa de huéspedes hacía muchos meses y decidió Fabiola irse a vivir a la casa de huéspedes porque ya se había cansado de tanta pelea de tanto golpe, cada vez que se pelean ella llegaba a la casa de huéspedes a cualquier hora de la madrugada llorando porque le había pegado una cachetada. No quería vivir más la situación en el chatel, no quería más esa situación, por lo cual decidió mudar algunas cosas de ella y otras cosas del bebe, pero igual él venía a la casa de huéspedes a gritar, golpear puertas, a insultar, a que volviera, a que no se enteraran de lo que estaba pasando”
Eso “fue para peor, si porque él no quería que ella se fuera de su lado. Venía a la mañana, venía a la noche, llamaba 500 veces por día, mandaba a buscar al bebe. A veces pasaba él a buscarlo y después lo devolvía. Ese periodo fue bastante estresante porque Fabiola se quería ir antes que termine el mandato, antes del 10 de diciembre; no aguantaba más, y él le decía todas las semanas un viaje, por dos meses la tuvo así, que mañana te vas y no se iba nunca y las peleas de toda la vida. Y que él no aceptara que ella lo había dejado, que no iba a volver al chalet, que no lo iba a soportar más. Y eso fue, de pelea y discusión hasta que nos subimos al avión para irnos a España.