Javier Milei está atrapado entre las peleas en su partido y la desconfianza de Mauricio Macri.  Por Edgardo Alfano

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    A pesar del reciente acercamiento del exmandatario con el Presidente, se mantiene la desconfianza entre el oficialismo y el partido amarillo. Las ventajas y contratiempos que evalúan ambos sectores ante una eventual alianza parlamentaria.

    Javier Milei parece moverse en dos mundos diferentes dentro de la compleja trama que es La Libertad Avanza, una fuerza política pequeña que echa por la ventana a todo el que se atreve a moverse fuera del camino que marca el Presidente.

    Uno es el círculo íntimo de confianza donde están su hermana Karina y el todopoderoso asesor Santiago Caputo. En una segunda línea aparecen miembros de su Gabinete: Luis Caputo, Federico Sturzenegger y Guillermo Francos.

    Los otros, diputados y senadores, están peleándose como si estuvieran dentro de una bolsa de gatos y son expulsados u obligados a renunciar de sus bloques en cuanto baja la orden de Milei o de Karina. Sin importar el daño que esto pueda provocar.

    Eso fue lo que ocurrió días atrás con la diputada Lourdes Arrieta, producto del escándalo que protagonizaron legisladores libertarios que fueron a visitar a exmilitares condenados por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura.

    Puede que algunos hayan ido engañados, pero el resto fue consciente de lo que hacía con un objetivo de máxima, que parece por ahora abortado: lograr el arresto domiciliario de los represores.

    Entre ellos se encuentran Alfredo Astiz, Antonio Pernias y Ricado Cavallo. Miembros del tenebroso grupo de tareas 3.3.2 de la ESMA.

    El caso Paoltroni

    El otro expulsado, pero de su bloque en el Senado, fue Francisco Paoltroni, por rechazar la postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema y por haberse atrevido a desafiar el poder de Santiago Caputo.

    Un caso especial es el de la vicepresidenta Victoria Villarruel, a quien Milei mantiene apartada de todo lo que puede, empezando por su círculo íntimo, que la ningunea cada vez que puede.

    Sin embargo, la vice resiste y hace su armado político propio con un as que siempre tiene en la manga. Tarde o temprano MIlei la necesitará cuando se presenten trabas para convertir en leyes proyectos vitales para su gestión. Villarruel luce cada vez que puede el voto que permitió sancionar la Ley Bases, uno de los pilares del gobierno nacional.

    Con este convulsionado panorama interno, Milei se vio obligado a recibir dos veces en la residencia de Olivos a Mauricio Macri, el jefe del PRO, luego de los golpes que recibió en el Congreso con los votos de la oposición dialoguista.

    Uno fue la nueva fórmula de aumento de las jubilaciones, que ya fue vetada por el Presidente y ahora espera su ratificación o no en el Congreso. La otra fue la caída en Diputados de la ampliación en los gastos reservados para los espías de la nueva SIDE.

    Milei toma cada tanto una medicina que no le gusta para nada. El débil poder que tiene su fuerza política en el Congreso y la necesidad de contar con buenos aliados.

    Por ahora no habrá un interbloque entre LLA y el PRO, cuyo traje de jefe se podría probar Cristian Ritondo. Pero ya se armó una mesa legislativa para hacer reuniones periódicas de trabajo y producto de este acuerdo es que los macristas se comprometieron a sostener el veto presidencial por el aumento jubilatorio.

    Lo que ocurrió tuvo su origen en las cumbres de Milei con Macri, donde el líder del PRO le planteó otras cuestiones, como dejar en manos de sus dirigentes cargos que, en el Gobierno, están todavía en manos del kirchnerismo.

    Pero también le presentó otros temas que tienen que ver directamente con la Ciudad de Buenos Aires y la gestión de su primo, Jorge Macri. La deuda por la Coparticipación y el traspaso del transporte de colectivos y la quita de subidos, entre otras cuestiones.

    Los Macri saben que uno de los objetivos de Milei y LLA es aumentar su presencia en la Ciudad, a través de las elecciones legislativas del año próximo, y, como plan de máxima, aspirar desembarcar en la jefatura de gobierno, en manos del macrismo desde 2007.

    El problema fundamental que se plantea para constituir una alianza fuerte entre libertarios y macristas es la desconfianza que generan Milei y sus funcionarios.

    “Cuando sus ministros nos prometen algo tenemos que asegurarnos que MIlei lo cumpla, y cuando es el propio Milei el que promete, también hay que asegurarse que lo cumpla”, admitió una fuente del entorno más íntimo de Macri.

    Milei y Macri se necesitan mutuamente, pero también se desconfían. Quizás, la urgencia de una alianza parlamentaria para evitar que naufraguen las leyes que requiere el Gobierno los obligue a dejar de lado sus egos.

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