La última vez que vieron a Franco Casco con vida fue en una comisaría. La familia siempre sospechó de la policía y hay 19 agentes imputados esperando una sentencia.
La familia de Franco Casco lo estaba esperando con ansias en la terminal de Retiro, en lo que era la vuelta del viaje que había hecho a Rosario para visitar a su tía. Pero jamás llegó a destino. No pudo ni siquiera tomarse el tren que lo iba a llevar de regreso.
Casi un mes después de su desaparición, lo encontraron muerto en el río Paraná. Desde el comienzo se sospechó de la policía y ahora, después de un largo juicio, 14 efectivos podrían recibir cadena perpetua el próximo martes.
Franco tenía 23 años y trabajaba de albañil junto a su padre.
El joven de 23 años salió desde su casa en Florencio Varela el 29 de septiembre de 2014. En tren, se fue hasta Rosario para visitar a su tía, en lo que era su primera vez en esa ciudad.
Estuvo una semana y el 6 de octubre tenía planeada la vuelta. Su padre, Ramón, lo estaba esperando, ya que juntos realizaban tareas de pintura y albañilería.
El joven se despidió de su tía y caminó hasta la terminal local. Tenía un viaje de 6 horas por delante. Al día siguiente, la mujer se comunicó con su hermano, el papá de Franco, para preguntarle cómo había llegado su sobrino. En ese momento se encendieron todas las alarmas. Nadie sabía dónde estaba.
“Se me pasaron muchas cosas por la cabeza”, le dijo Ramón a TN. El hombre no lo dudó un segundo y de inmediato, con el poco dinero que tenía, se tomó un micro hasta Rosario.
La última imagen con vida de Franco Casco, tomada en la comisaría séptima en octubre de 2014
El clima allí era de total incertidumbre y hasta llegó a creer que su hijo estaba paseando por la ciudad, sin imaginar todo el calvario que vendría. Con el correr de las horas, ya desesperado, fue hasta una comisaría de Santa Fe, donde por coincidencia -o no- el joven había estado antes de que su rastro se perdiera.
Lo que se pudo reconstruir de esa noche es que mientras Casco iba camino a la terminal, pronto a regresar a Varela, un vecino llamó a la policía para avisar que el joven mantenía una actitud sospechosa.
Un móvil policial fue hasta el lugar, los efectivos lo subieron al patrullero y lo llevaron a la seccional 7ª. Desde este momento, nadie volvió a verlo. A Ramón le dijeron que su hijo estuvo demorado unas horas, pero que luego lo liberaron.
“Nos dijeron que lo busquemos por el centro y por las plazas aledañas, pero nada”, señaló indignado. Creyendo en la buena fe de las autoridades, continuaron la búsqueda desesperada.
Los días pasaban y no había señales sobre su paradero, hasta que 24 días después lo encontraron muerto en el río Paraná. La autopsia determinó que fue arrojado sin vida y que la fecha del fallecimiento coincide con la de la desaparición. La causa de muerte es asfixia.
A raíz de eso, las principales sospechas se centraron en los efectivos de la comisaría séptima, ya que fueron los últimos que lo vieron con vida. “Nadie me supo decir nada, no tuvieron pruebas para demostrar que había salido de la comisaría”, apuntó Ramón.
El día de la sentencia habrá una masiva convocatoria en las afueras de los Tribunales Federales
“Los policías nos dijeron que lo largaron, se querían lavar las manos. Ellos decían que el 7 lo habían liberado, pero nadie les creyó”, agregó.
El juicio por la muerte de Franco Casco
Tras una extensa investigación, recién en diciembre de 2021 comenzó el juicio oral para, por fin, poder determinar qué fue lo que ocurrió con Franco.
De acuerdo a lo que le contó el papá de la víctima a este medio, la Justicia demoró 7 años en llegar al dictamen. Esto se debe a que las primeras autopsias al cuerpo indicaban que el mismo no pertenecía a Franco, aunque finalmente se determinó que sí.
En total, 19 policías están imputados. Algunos de la comisaría 7° -por la cual pasó la víctima- y otros de Asuntos Internos. Ellos están acusados por los delitos de “encubrimiento, falso testimonio y participación secundaria en la desaparición”.
En esa seccional, había otros presos alojados esa noche, y por eso declararon en el juicio, el cual tuvo más de 50 jornadas. Ellos señalaron que el día que llegó el joven se escucharon gritos y golpes. Además, remarcaron que Franco pedía desesperadamente que dejaran de pegarle.