Llegado para completar estudios, Palmer aprendió el idioma ancestral, se casó con una mujer indígena y se convirtió en un miembro más del Pueblo Wichí en el Chaco salteño.
Tal vez la despedida que alguien le obsequió ayer sea uno de los más ajustados reconocimientos a la vida y la obra del etnógrafo británico: “Falleció John Palmer, gran defensor de los pueblos originarios”.
La novedad de la muerte de John, o Juan Palma, como también le decían, entristeció la mañana de quienes tuvimos la gracia de conocerlo, de aprender de su sabiduría calma. Para quienes emprendimos el desafío de tratar de narrar el mundo indígena, y el wichí en particular, tan incomprendido en este territorio que hoy llamamos Argentina, John fue de una ayuda imprescindible. “Mi primer maestro, mi primer guía en el mundo indígena, John Palmer. Tuviste una vida coherente y ejemplar y tuve la bendición de disfrutar de tu amistad”, lo despidió la periodista Alba Silva.
Juan Palmer andaba esos territorios duros del norte argentino desde hacía años, desde que llegó cuando era solo un estudiante. Una vez que entró en contacto con el mundo wichí solo lo dejó por un breve tiempo, el necesario para graduarse en la Universidad de Osford con la tesis doctoral “La buena voluntad Wichí, una espiritualidad indígena”; entonces volvió y se quedó por siempre, con su familia grande, armada con Tojwey’a. Vivía en una casona antigua en la ciudad de Tartagal, donde era docente de la Sede Regional de la Universidad Nacional de Salta y estaba bastante cerca del extremo noreste de la provincia de Salta, de Las Vertientes, donde residía la comunidad de Tojwey’a, adonde siempre volvía, volvían. Esa vida se cuenta en el documental “El Etnógrafo”, del cineasta Ulises Rossell.
“En algún tiempo, y ojalá no muy largo, cuando se valore universalmente la extraordinaria obra que deja como legado este señor inglés de Oxford que mezcló sangre, corazón y espíritu, enteramente enamorado del fascinante, desconocido y misterioso pueblo Wichí, se mencionará la palabra Tartagal para señalar ese indiferente e inmerecido testigo por ser tan solo el lugar donde dos personas de mundos diferentes se unieron en sentimientos de amor para renacer como una familia”, lo destacó el abogado Sergio Heredia.
“Comprendió al pueblo wichí como pocas personas. Un hombre que marcó la historia del Chaco profundo”, lo despidió otro. John era una referencia muchas veces ineludible para comprender la situación de las comunidades del norte salteño, la cosmovisión indígena, y wichí en particular, y en la defensa de sus derechos. La antropóloga Marta Olga Juárez lo llamó “amigo querido, respetable colega”. “Gracias por tu gran aporte a la comprensión del pueblo Wichí”, lo despidió el también antropólogo Martín Yañez.
El escritor maestro y escritor Carlos Müller recordó el aporte de John Palmer al proceso previo para reclamar el territorio ancestral de los ex lotes fiscales 55 y 14. “Un antropólogo que entregó su vida para acompañar a los pueblos originarios. Su trabajo acompañando los primeros años de la Asociación Lhaka Honhat fue la simiente que justificó el territorio demandado por las comunidades al estado nacional y provincial. Pacientemente recorrió los caminos habituales, las picadas en el monte, las zonas de pesca, recolección y cacería de cada una de las 35 comunidades del Fiscal 55 y así pudo delimitar el territorio de uso compartido por todas ellas”.
Hablante del idioma wichí, John Palmer también fue pieza fundamental para que la administración de justicia comenzara a advertir la existencia del derecho indígena. Y realizó un relevamiento de la experiencia de la Comunidad Wichí Eben Ezer en el proceso de creación de la Reserva Nacional Pizarro (en el departamento Anta), para lo que fue convocado por un grupo de trabajadores de la Administración de Parques Nacionales que decidieron plasmar esa experiencia en un libro, “Desmontar Pizarro”.
Ayer, su nombre resonó en la Legislatura salteña, agitada por el conflicto docente. A pesar de esas urgencias, el diputado Jorge Restom encontró un espacio para homenajearlo. “Fue docente universitario e investigador de la cultura wichí. Hoy nos duele tu partida, pero dejaste una huella muy importante en tus alumnos, alumnas y en quienes te conocimos que nos permitirá recordarte como ese defensor de los derechos de los pueblos olvidados”, aseguró.
La Facultad Regional Muldisciplinar Tartagal declaró asueto académico y administrativo en memoria del antropólogo.
La organización Greenpeace lamentó “el fallecimiento del antropólogo John Palmer, defensor del pueblo Wichí, del cual fue un integrante más”. “Palmer nos acompañó con su voz pausada y firme, siempre que fue necesario hablar en defensa del monte, que tanto amaba. Nos enseñó sobre la espiritualidad que caracteriza a los Wichí y nos recibió en su hogar; estuvo en los lugares en conflicto, siempre para acompañar y dar aliento”, recordó antes de desearle: “Que su alma descanse en el monte que tanto defendió. Siempre estará presente en nuestro andar”.
El referente indígena Eleuterio Toribio, de Ingeniero Juárez, Formosa, dijo que “La buena voluntad wichí” es un libro que “está más cercano a la cosmovisión indígena en cuanto al relato”. Y le agradeció: “Gracias John Palmer, por tu literatura nos has puesto en la boca de la sociedad”, antes de despedirlo en wichí, castellano e inglés, los tres idiomas que se hablaban, se hablan, en la casa del inglés en Tartagal.
El traductor wichí Demóstenes Toribio lo despidió en su idioma ancestral, y en castellano: “Triste momento. Aquí estamos frente al féretro de aquel joven de 25 años perdido en el Pilcomayo proveniente de la Oxford. Hizo mucho por los wichí, y a pedido pre-mortem descansará junto a los wichí de Hoktek T’oy donde emplazó su lucha que hizo visible al mundo el mundo wichí”.
John tenía 69 años. Sus restos serán inhumados hoy en el cementerio del Kilómetro 18, en la Comunidad Hoktek T’oy (Lapacho Mocho), en jurisdicción de Tartagal.
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