El Matador venció a Banfield gracias al gol del uruguayo Michael Santos y se encuentra a 90 minutos de un título histórico.
El Mundo Talleres construyó un marco tan grande que por muchos años terminaba siendo más grande que el cuadro.
Por más que el primer equipo hubiera sido mejor que sus rivales, la proximidad de la instancia decisiva lo condicionaba y la fiesta de la masa albiazul terminaba siendo lo que pasaba a la historia.
Anoche mismo, este Talleres era protagonista de una historia de superación para un semestre que lo encontraba entre los peores en el orden local y ya fuera de la Copa Libertadores en cuartos de final.
Había revivido y se había reinventado, pero parecía que había un techo en el estadio de Newell’s Old Boys de Rosario y ante un dificilísimo Banfield, el rival que tocaba en las semifinales de esta Copa Argentina.
Lo que se vivió en las horas previas al partido fue una fiesta increíble, con una descomunal masa de Matadores y Matadoras apareciendo por todas partes.
Ya en el estadio, las autoridades debieron ampliar y abrir espacio para que siguiera ingresando gente. Fue tremendo el marco.
Y, esta vez, hubo relación entre el marco (esas 20 mil personas que estuvieron en el Coloso) y el cuadro. De esa manera, la obra de arte fue posible. Fue un Talleres de los Santos finalistas.
Esa imagen es la que va a quedar para la historia del nuevo finalista de la Copa Argentina. Porque fue el uruguayo el que, a los 33 minutos del complemento, le dio la victoria por 1-0 ante “el Taladro” con una definición genial que fue posible porque apuró a Alejandro Maciel.
Así hizo feliz a todo el Mundo Talleres. De ser un diablo para algunos, por los festejos, por los oídos sordos a las críticas que arreciaban por los tiempos de la recuperación de sus lesiones. Por todo eso, Santos fue un santo y alegró a Talleres que jugará la final de Copa Argentina en Mendoza.
