El féretro fue fabricado hace más de 30 años por una empresa que ya no existe y también construyó el de Felipe de Edimburgo y otras celebridades como Freddie Mercury y Jimi Hendrix.
Icono de una era, Isabel II, fallecida tras 70 años de histórico reinado, era honrada solemnemente este lunes en un funeral de Estado en la Abadía de Westminster en presencia de mandatarios de todo el mundo, antes de ser enterrada en privado en Windsor.
Dando inicio al último adiós a la monarca más longeva del Reino Unido, el féretro, cubierto con la corona, el cetro y el orbe -símbolos de la reina-, fue trasladado sobre un afuste de la Royal Navy tirado por decenas de marinos y se convirtió en el centro de atención mundial.
El ataúd de la reina fue fabricado hace más de 30 años por la londinense Henry Smith, una empresa, ahora cerrada, que también construyó el féretro de Felipe de Edimburgo, el esposo de Isabel, y de otras celebridades británicas como Freddie Mercury y Jimi Hendrix.
El ataúd ha pasado por manos de dos empresas funerarias desde su fabricación, por lo que se perdió la fecha precisa de su creación.
Los directores de la funeraria de la reina Isabel, Leverton & Sons, dijeron que heredaron el ataúd en 1991, cuando la empresa se convirtió en funeraria de la familia real.
Andrew Leverton, quien dirige la empresa, le dijo a The Times en 2018 que el roble inglés del que está hecho el ataúd es “muy difícil de conseguir” y que sería “demasiado caro” usarlo ahora.
El féretro tiene otra particularidad: Henry Smith lo fabricó utilizando un método llamado caparazón y caja de plomo, en el que un ataúd interior simple se hace de madera, se cubre con plomo y luego se coloca dentro de un ataúd exterior.
Este sistema fue diseñado para evitar que entre humedad una vez que sea enterrado en la cripta en la capilla real en Windsor.
El revestimiento de plomo también es la razón del inusual peso del ataúd, que hizo que en el funeral fuera transportado por ocho militares porteadores, en lugar de los seis habituales.
A lo largo de los funerales de la Reina, los símbolos de la monarquía han adornado su ataúd: la Corona del Estado Imperial, el orbe y el cetro, así como una corona de flores.
Desde que el ataúd llegó a Londres, también ha sido cubierto con el Estandarte Real.