El hecho ocurrió el 27 de enero en Mina Lindero en Tolar Grande, cuando el minero Pablo Sergio Calpanchay, quedó atascado en una cinta transportadora de material y luego fue absorbido por una máquina, falleciendo en el acto. Su familia evitó el cajoneo de la causa y plantea negligencia por parte de la empresa.
Calpanchay tenía 24 años y se desempeñaba como operario de procesos desde el mes de octubre de 2021, cursaba una carrera Universitaria y era padre de Thiago, que actualmente tiene 3 años de edad. Hoy, sus familiares marchan exigiendo justicia en las puertas del “Argentina Mining”, que se desarrolla en el centro de convenciones de Salta.
Emilse Martínez, viuda del minero fallecido, contó la situación a #LaLlaveDelPortal
“Intentan cerrar la causa sin haber realizado las investigaciones correspondientes, sin contar con todos los elementos que den cuenta sobre lo que en realidad ocurrió. Estamos descontentos porque el informe del CIF es deficiente, no menciona las condiciones en las que trabajaban; la máquina al momento del accidente no se encontraba señalizada, no tenía barreras de contención, no se encontraba sellada y cubierta al 100%. Los encargados de la seguridad y mantenimiento de la máquina sabían qué elementos faltaban.
Queremos justicia, que se den a conocer los responsables. Mansfield Minera en ningún momento se solidarizó con la familia, lo único que mandaron fue una corona y un comunicado de prensa.”
Johana, hermana del minero, indicó que la familia presentó su oposición y solicitó que se llamen a más testigos y revean el caso. Lograron que se realice una reconstrucción del hecho, pero temen que todo quede en la nada.
“Para nosotros hubo desinterés por la vida por parte de los jefes, porque actuaron con negligencia mandando a mi hermano a hacer una tarea donde sabían que la máquina no estaba debidamente protegida.
En la empresa se ‘pasaron por alto varias cosas’, como lo testimonios más directos y la información del estado de la máquina al CIF.”
El 27 de agosto se cumplieron 7 meses de la muerte de Calpanchay y su familia siente que para el pobre no hay justicia: “Desde los máximos representantes de esa empresa hasta el último debían garantizar que Pablo volviera a casa sano y salvo…sin embargo en la Puna reina el silencio, un silencio que mata.”