Un hombre fue condenado a catorce años de prisión por resultar autor penal y materialmente responsable del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y por ser cometido contra una menor de dieciocho años de edad aprovechando la situación de convivencia preexistente.
El juez Javier Aranibar, vocal de la Sala I del Tribunal de Juicio, ordenó que el condenado continúe alojado en la Unidad Carcelaria 1. Dispuso además que se le realice examen médico y extracción de material genético para su inscripción en los bancos de datos correspondientes.
Por el Ministerio Público intervino la fiscal Cecilia Flores Toranzo. La actoría civil y querellante estuvo a cargo de Álvaro Guillermo Arias Camacho. El imputado estuvo representado por Adrián Reyes.
El imputado L. E. J. fue denunciado por A. S. A. Z. en 2018. En ese momento, el acusado era su esposo y padre de sus tres hijos.
La damnificada relató que cuando ella tenía diez años de edad, L. E. J. era la pareja de su mamá. En esa época se mudaron a vivir a Salta, desde Mar del Plata. Ella era la mayor de cuatro hermanos. El imputado comenzó a abusar de ella cuando tenía 12 años, en una oportunidad que su madre viajó a Mar del Plata.
La damnificada relató que L. E. J. mandó a sus hermanos a la casa de unos amigos y se quedaron solos en la casa. Una noche él le dio un vaso de gaseosa y después de beberlo ella vio que en el fondo había restos de pastilla. Se sintió mareada y sin fuerzas. Entonces su padrastro comenzó a tocarla y la accedió carnalmente. Durante varios días consecutivos él le dio pastillas en la comida y en la bebida. A ella le dolía mucho la cabeza y él le decía que con esas pastillas se le iba a pasar. Los abusos continuaron hasta que regresó su madre.
La denunciante refirió que, cuando le dijo a L. E. J. que iba a contarle a su mamá lo sucedido, él le advirtió que no le iba a creer y que le iba a pegar. Ante esto decidió guardar silencio.
Durante un tiempo cesaron los abusos, pero cuando ella cumplió los 13 años su padrastro le dijo que “como él le había sacado la virginidad tenía que tomarla como esposa porque la Biblia así lo decía”. Si ella no accedía, se iba a ir al infierno.
La damnificada le creyó. Manifestó que ella no quería pero él insistía diciéndole que tenían “que ser uno”. A partir de ese momento continuaron los abusos hasta que la víctima cumplió 15 años. La denunciante contó que, cuando a su mamá le dolía la cabeza, L. E. J. le daba la misma pastilla y entonces ella se dormía.
En esa época su madre decidió separarse y regresar con ella y sus hermanos a Mar del Plata. Pero entonces la damnificada se dio cuenta de que estaba embarazada. Su padrastro le dijo que si se iba “iba a dejar una criatura sin padre, como su madre había hecho con ella”.
La denunciante refirió que L. E. J. le mintió a su mamá diciéndole que el bebé era de un gendarme con quien ella había salido y la convenció para que no viajara y se quedara en la casa de su abuela paterna.
Estuvo ahí un tiempo y luego la llevó a vivir con él, a una casa alquilada. En 2011 nació su primera hija. El imputado le decía que tenía que agradecer porque gracias a él tenía comida y un techo. Por eso ella debía servirlo y ayudarlo en todo.
Mientras ella fue menor de edad, el acusado les decía a los vecinos que ella era su hijastra. Recién cuando cumplió los 18 años, él blanqueó la relación que tenían y, en 2013, se casaron. Ella estaba embarazada de su segunda hija. La damnificada manifestó que ella no quería hacerlo pero L. E. J. le advirtió diciéndole que, si no se casaban, sus hijos iban a ser “hijos del diablo”.
En el 2015 quedó embarazada de su tercer hijo. Entonces comenzaron los problemas de violencia. Él la agredía y la insultaba porque no quería tener relaciones. Cuando nació su hijo decidió denunciarlo. En 2018 le llegó a L. E. J. la notificación de exclusión de hogar. A partir de ese momento, profesionales del juzgado detectaron los indicios de abusos y la damnificada amplió la denuncia. Actualmente, la víctima tiene 27 años.
Nota: Se omitió el nombre completo de las personas involucradas para preservar la identidad de la víctima y su derecho a la intimidad y confidencialidad.