El Presidente postergó el cambio de Gabinete y avanzó en designaciones que reclamaba el camporismo para poner en marcha una gestión paralizada por las internas.
El presidente Alberto Fernández y su vice Cristina Kirchner siguen peleados. No se hablan ni hablarán, repiten ambos en la intimidad. Están encabronados. Pero ante esta situación, por ahora irremediable, y a pesar de las críticas y discrepancias de fondo que los distancian, ambos entendieron que su enfrentamiento personal solo paraliza una gestión gubernamental que desde antes de la pelea funcionaba sin el dinamismo y efectividad que esperaban. No hay tregua. O sí. Pero es implícita.
No existe un acuerdo pactado entre dos líderes que no dialogan entre sí. Pero pasado el enojo inicial entre Alberto Fernández, Cristina y su hijo (el diputado nacional Máximo Kirchner), la determinación de ambos bandos fue que las internas debían dejarse de lado, al menos por un tiempo.
Hay nexos comunicantes entre el Presidente y su vice, admitieron fuentes relevantes del oficialismo. Pero esos dirigentes solo transmiten informaciones de modo irregular, sin que ni los Kirchner ni Fernández pidan detalles sobre lo que harán los otros.
El nuevo escenario, de tregua tácita, se originó después de que ambos lados de la interna se convencieran de que la sociedad estaba mirando una pelea por poder y una gestión paralizada al mismo tiempo. Así lo admiten a TN fuentes que trabajan todos los días junto al Presidente y lo ratifican otras fuentes que no se separan de las actividades políticas de la Vice: éstas últimas son siempre realizadas con mayor secretismo que las del Jefe de Estado.
Nadie cambiará la opinión que uno tiene sobre el otro. La tregua no tácita entre los hombres y las mujeres del Presidente y los equipos de la Vice generan una tibia reacción de los funcionarios para intentar volver a tomar acciones concretas. La Casa Rosada trata de avanzar en cuestiones que, en los días de ira rabiosa entre los líderes, eran de imposible resolución.
Un ejemplo de esta nueva pelea que entró en “velocidad crucero” está vinculada con uno de los anuncios del Gobierno Nacional en el que varios ministerios se pusieron en trabajar. Como en los viejos tiempos. Se trata del anunció de los 200 mil millones de pesos que el Estado repartirá en bonos de diferentes montos para monotributistas, jubilados, y sobre todo entre quiénes están fuera del sistema laboral. Es el subsidio similar al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
“Aunque fue una decisión en la que trabajaron el ministro de Economía, Martin Guzmán; su par de Desarrollo Social, Juan Zabaleta; y el titular de Trabajo, Claudio Moroni; el pago del nuevo “IFE” se cobrará vía la ANSES, el organismo previsional que preside Fernanda Raverta, un de las funcionarias que milita en la agrupación Ultra K, La Cámpora, pero que a pesar de todo coordinó con el resto de los ministros “albertistas” cómo trabajará su ente en el reparto de esos millones y millones de pesos entre los que no tienen nada. “Si no aceptásemos que la compañera Raverta va a colaborar con todo esto nos estaríamos haciendo daño a nosotros mismos”, admite uno de los principales consejeros de la vicepresidenta, que milita en La Cámpora hace décadas.
Para llegar a este nuevo escenario de armonía relativa entre el Presidente y la Vice hizo falta que Fernández (Alberto) frenara los cambios en el Gabinete que había anunciado en la intimidad de la Quinta de Olivos. El ímpetu con el que repetía que era hora de terminar con el funcionariado K que ponía trabas a la gestión cambió con el paso de los días posteriores al nacimiento de su hijo, Francisco.
La metamorfosis de Alberto Fernández que sorprende a sus asesores
Los miembros del Gabinete más radicalizados y adversarios inocultables de los Kirchner se sorprendieron con la metamorfosis del Jefe. Sin explicarles demasiado, cambió la estrategia, que ahora se enfoca en intentar movilizar una gestión que por la propia pelea interna de los ex aliados se había frenado, mientras al mismo tiempo la inflación empezó a ser un gran problema, tal vez el más importante, que hoy carcome a los asesores presidenciales.
Entre los funcionarios del Presidente de mayor confianza con él, quienes más lo alentaban a romper de modo definitivo con los Kirchner se encontrarían el ministro de la Producción, Matías Kulfas; o el canciller, Santiago Cafiero, entre otros. La secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, es la que más impulsa la idea de que una fractura de la coalición oficialista, ya fracturada en los hechos, generaría un desenlace de consecuencias impredecibles. “Yo viví el gobierno de la Alianza”, repite la influyente asesora principal del Jefe de Estado.
Después de varios días de escalada cotidiana entre los Kirchner y sus voceros del Gabinete, esas voces enfrentadas, con declaraciones cruzadas de impacto para defenderse o atacar a los “rivales” del mismo espacio político, en el poder central se decidió cambiar el clima y bajar la confrontación.
En el poder central se decidió cambiar el clima y bajar la confrontación
Lo que no significa que Fernández se enoje y critique a su vice por diferentes motivos. Eso sí, está claro que él no será el instigador de una gran embestida contra ella o los funcionarios “camporistas”.
Aunque en un sector de la opinión pública, e incluso entre varios de sus propios ministros, el cambio de estrategia resulta de difícil comprensión. Los hechos demuestran que ése es el camino que decidió transitar el Jefe de Estado.
Eso sí, antes se ocupó de que Guzmán, el ministro de Economía, el que menos tolera la familia Kirchner, no fuera respaldado de forma explícita por Alberto Fernández.
Tanto la vice como su hijo Máximo trabajan para que Guzmán deje su cargo. Lo acusan de ser el ideólogo del acuerdo con el FMI que ellos rechazaron ratificar con los votos del “cristinismo” en el Congreso.
Guzmán se reunió con el Presidente el domingo 10 de abril pasado en Olivos. “Salí, defendete”, le ordenó Fernández a su funcionario.
El titular del Palacio de Hacienda esperó solo un día para soltar una definición sobre la situación económica y política en una entrevista que le dio al canal C5N solo un día después de reunirse con el Presidente.
“Seguiremos con aquellos que estén alineados con el plan económico”, definió Guzmán, en un mensaje que fue leído dentro del peronismo “oficialista” y el “oficialista-opositor” como una advertencia a los subordinados de Guzmán que continúan obstaculizando su gestión.
Lo hacen de modo brutal y sin ocultar nada. El caso más resonante fue el del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, quien tal como si fuera un comentarista de la realidad y no uno de sus protagonistas, afirmó a la prensa que “estamos en un mundo muy difícil y el Ministerio de Economía tiene que bajar líneas claras de política económica que reduzcan la volatilidad y preserven ingresos populares, si no esto se va poner feo”.
El cuestionamiento volvió a ser tomado por el Presidente como un intento de la vice de generar una amenaza por parte de un miembro de su propio Gobierno y lacerar a Guzmán, pese a que el ministro es uno de sus subordinados.
El Presidente trabaja también para no contestar ninguna de las críticas que aun le hacen “cristinistas” puros.
E incluso no evitó compartir el acto en el que se anunció la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, que transportará energía desde Vaca Muerta, en un primer tramo, hasta la ciudad bonaerense de Saladillo, con el principal “rebelde” del equipo económico. Se trata del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo. Militante de La Cámpora, Basualdo resistió el embate de su jefe, el ministro Guzmán, cuando en abril del año pasado le pidió la renuncia.
“¿Quién es Guzmán para pedir la renuncia de uno de los nuestros?”, le elevó la voz la vice al Jefe de Estado cuando se enteró de la noticia que finalmente no ocurrió.
Si bien Fernández estuvo en Neuquén con Basualdo y con otro funcionario de Energía que responde a la vice, el Secretario encargado de esa área, Darío Martínez, el Jefe de Estado se ocupó de que también participe de ese anuncio el mismísimo Guzmán, aunque estaba en Washington en reuniones con las autoridades del FMI.
Qué cosas cedió Alberto Fernández para hacer una tregua tácita con Cristina Kirchner
En medio de este tiempo nuevo de pacto implícito entre Presidente y vice, él le concedió algunos deseos a Cristina.
Después de una foto que se sacaron el canciller Santiago Cafiero con la senadora ultra K Anabel Fernández Sagasti, la Casa Rosada aceptó enviar los pliegos de al menos dos embajadores políticos que militan junto a la vice. Oscar Laborde fue elegido potencial nuevo representante argentina en Caracas; mientras que el “camporista” Pablo Vilas fue postulado para ocupar la embajada nacional en Honduras, a pesar de que es oriundo de ese país. El tercer pliego de embajador al que el Presidente sometió a votación en la Cámara alta es el de Gabriel Fucks, quien fue elegido para liderar la diplomacia argentina en Ecuador.
La votación de estos nuevos “embajadores” tiene final abierto.
Ocurre que, de modo sopresivo, incluso para el Presidente, Kirchner decidió fracturar al bloque oficialista de senadores, en un ardid para conseguir así un lugar más en el Consejo de la Magistratura, el organismo que regula el trabajo de los jueces. La “picardía” de la vice le cayó muy mal al Presidente.
Pero él no dirá nada al respecto, juraron funcionarios que hablaron del tema con él. Solo Vilma Ibarra se expresó en una línea crítica a la Justicia similar a la de la Vice.
“Ella tiene su agenda, déjenla, se equivoca”, sería el análisis que hace el Jefe de Estado sobre la repentina vuelta de los ataques K a la Corte Suprema y también a su intento por sumar influencia en el Consejo de la Magistratura del modo que sea.
Son tiempos de “paz”. Aunque la “guerra” continúa. Es una contradicción en término, pero así se vive hoy la gestión en el Gobierno.
Por qué Alberto Fernández postergó el cambio de gabinete
Fernández (Alberto) prefiere seguir adelante, postergar los cambios de Gabinete anti “cristinistas”, con tal de ganar tiempo en una coyuntura muy problemática. Mayo será un mes crucial para la Casa Rosada. Después del índice de inflación de 6,7 por ciento del mes de abril, el Presidente aguarda a que Guzmán consiga bajar la suba de precios.
En esa tarea, más que en una pelea contra alguien que no cambiará y seguirá hostigándolo -piensa el Presidente de acuerdo a sus principales colaboradores-, debe centrar sus energías una coalición entre aliados que ya es la que era. Que ya no volverá a ser la que fue. Y que será como la que podría haber sido.
En mayo, el pacto implícito entre los líderes rivales del peronismo en el poder, podría romperse. O podría romperse esta misma semana. No es desconocimiento de información que circule de modo confidencial en Olivos o la Rosada. Es el reflejo de un desconcierto que cunde no solo en la Presidencia. Si no también en la Vicepresidencia.