Denunció la desaparición de su vecina, destruyó pruebas y descubrieron que la había asesinado

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Cristina Denda tenía 68 años y murió luego de ser acuchillada decenas de veces.

El martes 12, los vecinos del Barrio Cooperación II, en Bahía Blanca, se levantaron conmocionados.

Durante aquella jornada, tras la denuncia de un hombre, la Policía descubrió el asesinato de Cristina Denda, una mujer de 68 años. Su cuerpo fue encontrado dentro de su casa. Tenía incontables puñaladas en todo su cuerpo y había quedado tendida en un charco de su propia sangre.

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De inmediato, varios efectivos de la Comisaría 7°, junto a miembros de los Bombero Voluntarios, con la colaboración de los bomberos, ingresaron a la propiedad ubicada en Elena Van Hees al 400, y divisaron el cuerpo. Notaron que además de las heridas cortopunzantes en el pecho, también tenía un golpe en la cabeza.

Junto a los oficiales, José María Suárez, el vecino de la mujer, ingresó a la escena del crimen. Reconoció a Denda de inmediato y se sumó a la investigación policial como testigo. Él mismo había denunciado su desaparición, después de dos días de no verla. Una vez en el interior, la Policía notó que había cámaras de seguridad. Por ello, le dieron una tarjeta de memoria al vecino. Cuando los investigadores quisieron ingresar al contenido, notaron que la tarjeta estaba dañada.

De inmediato, todas las sospechas cayeron hacia el vecino. ¿Por qué alguien denunciaría una desaparición con tan poco tiempo? Y ¿cómo podía ser que una tarjeta de memoria se hubiera dañado de casualidad? La investigación siguió su rumbo pero el foco siempre estuvo sobre Suárez. En el celular de la víctima descubrieron que varias conversaciones de WhatsApp había sido eliminadas. No había comunicación alguna con su vecino.

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Por otra parte, una amiga de Denda le contó a la Policía que hace pocos días, la mujer había comprado dólares y le había enviado una foto. Justamente, en esa imagen, se veía el número de serie de uno de los billetes. Si lo encontraban, darían con el asesino. Parecía una utopía, pero lo iban a lograr.

Con todos esos datos, la Justicia decidió librar un allanamiento a la casa de Suárez, quien tras el crimen se había mudado. Más sospechas. En la habitación del vecino no solo encontraron varios billetes de dólares, sino también el que se veía en la foto que la víctima le había enviado a su amiga. También secuestraron un cuchillo de carnicero de 20 centímetros, 1210 dólares y guantes de látex.

Horas después, el fiscal de Homicidios de la UFIJ N.º 5, Jorge Viego, le ordenó a la Policía que detengan a Suárez. Por supuesto, el hombre no se encontraba en el que había sido su hogar hasta el asesinato de Denda. El asesino residía en una propiedad a solo dos cuadras.

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Para los investigadores había sido determinante no solo la intempestiva mudanza de Suárez sino también el poco tiempo que dejó pasar tras la desaparición de su vecina y la destrucción de la memoria de las cámaras de seguridad de la vivienda donde ocurrió el crimen. 

“Se solicitó la orden de detención porque a este sujeto no se lo perdió nunca de vista. Estuvimos cuatro días haciendo un seguimiento para no perderlo de vista”, explicó el titular de la DDI, Sebastián Toarmina.

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