Es hijo de dos celebrities bomba del país y trabaja (en secreto) como mozo en el Jardín Japonés

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Se trata de Dante, el hijo mayor de Guillermina Valdés y Sebastián Ortega.

Un buen ejemplo. Dante Ortega, el hijo mayor de Guillermina Valdés y Sebastián Ortega, cumplió 20 años y, para sorpresa de muchos, trabaja como mozo en un restó ubicado dentro del Jardín Japonés. El joven mantiene un marcado bajo perfil, pero no pudo evitar que lo reconocieran (incluso con el barbijo) durante su jornada laboral.

De acuerdo a la grabación que compartió la cuenta de Instagram Chusmeando1, Dante trabaja como mozo y se encarga además de ordenar los pedidos que llegan a la cocina. En las imágenes se lo puede ver levantando los platos sucios de una mesa recién liberada, amable y de buen humor. No se trata del primer trabajo del joven. En efecto, además de ser músico también incursionó como modelo en el mundo de la moda.

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Dante Ortega

Al igual que su padre, Dante prefiere reducir al máximo su exposición. En las últimas semanas, no sólo borró alguno de los contenidos de sus redes, sino que además le pidió a su madre que “bajara” el emotivo posteo que le dedicó con fotos de su infancia y presente con motivo de su cumpleaños.

En mayo del año pasado, en plena Fase 1 de aislamiento, el joven sorprendió con un video en el que habló de los estereotipos sociales. “Podés estar con un flaco y no ser gay o bisexual. Experimentar es parte del aprendizaje de cada uno. Hay mucha determinación en lo que es ser mujer, ser hombre; ser hetero, gay o bisexual. Vayamos borrando toda esa cosa”.

“Lo mejor es que cada uno haga lo que quiera, sin prejuicio, sin creerse mejores. Total, puede haber pibes que juegan al fútbol y le gustan los pibes, y otros que se pintan las uñas y le gustan las pibas”, aseguró, al tiempo que resaltó que sus padres “también fueron oprimidos de chiques, sólo que nosotros abrimos el debate”.

En su video, Dante también habló de su crianza. “Mi hermana siempre odió las Barbies y mi abuela la llevaba obligada a la casa de Barbie. A mí me encantaban, pero nunca me llevaban. Yo iba con mi primo a ver los autitos y no quería estar ahí, quería estar en la casa de Barbie”.

“De pendejo era muy suelto. Me encantaba pegar figuritas de High School Musical, cantar las canciones; la pasaba bomba. Pero cuando iba al colegio era un infierno, porque las dos cosas que tenía que hacer eran fútbol o jugar con robots. Yo decía: ‘Bueno, me queda jugar con las pibas, me aputano (Sic). Ya está, empoderado”.

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