La imagen negativa de Fernández ha crecido y la positiva baja. ¿De quién es la culpa? ¿De los ‘medios hegemónicos’? ¿De la pericia de la oposición? No, nunca quedó tan claro como ahora que se trata de su propia mala praxis.
El mandatario perdió la confianza del electorado que se le escapa, desencantado con su gestión. Esos votantes que compraron al moderado, al Alberto con los 24 gobernadores y con Sergio Massa diciendo “volvimos para ser mejores” tratando de tapar a los talibanes de La Cámpora.
Esa confianza está rota, pero además está siendo bombardeado por los propios. El fuego amigo es mucho más duro y dañino que la postura de la oposición. Un presidente que se encuentra acorralado en el laberinto interno del Frente de Todos.
En la inesperada cadena nacional que brindó el jueves pasado, se vio a un Alberto Fernández con una pieza de oratoria chiquita, mediocre, insulsa e insustancial que logró armar con un equipo modesto y de cabotaje.
El presidente es él pero el equipo que tiene -dicho por su socia principal- no funciona. Tiene un gabinete que no funciona. Si sus tres espadas, Cafiero, Vitobello y Biondi, lo felicitaron de antemano por la cadena nacional, entonces Alberto Fernández está solo y acorralado.
A eso se le suma la sarasa permanente de Martín Guzmán, que hace una semana trastabillaba ante las punzantes preguntas de Carlos Pagni. De hecho, no respondió la incógnita crucial: ¿Por qué YPF si y el resto de las empresas no? ¿Por qué YPF puede aumentar 50% en 7 meses y al resto de las empresas le cuentan los chelines?
Desde el Gobierno, luego le dicen a la Unión Industrial Argentina (UIA) que es sólo para tener información. Esto hace acordar a cuando en el Consejo de la Magistratura tienen agarrados a los jueces de los fondillos de los pantalones amenazándolos con carpetazos.
Es el modelo Moreno y Kicillof: los empresarios son los malos y son los culpables de la inflación, entonces controlemos que no haya ningún vivillo que aumente. Se trata de una historia vieja de un país viejo y mediocre que tiene un presidente envejecido por su propia mala praxis y su entorno mediocre.
Solo un milagro haría que la Argentina consiguiera las vacunas que necesita. Padece de la mala praxis de Ginés González García y una Carla Vizzotti que se calló la boca desde el vacunatorio VIP hasta ahora.
La ministra de Salud todavía no explicó por qué sus padres y su entorno están vacunados. No puede contestar nada sobre eso porque ha sido noticia en el mundo lo de Argentina.
Las vacunaciones discrecionales fueron una vergüenza y no existe una forma de destruir la confianza pública más artera que aprovecharse de la situación privilegiada que se tiene frente al Estado.
Finalmente, el Gobierno se quedó sin dólares, con una renegociación de la deuda que fue ruinosa para el sector privado.
¿Dónde consigue los dólares el sector privado? Dice el Gobierno que se los da. Mentira. Los autopartistas están denunciando que no llegan a cubrir con piezas lo que ellos necesitan fabricar. Sin confianza, sin dólares, sin vacunas y sin plan. A dónde va Alberto Fernández? A dónde nos lleva el presidente?