La canasta básica volvió a aumentar en enero más que la inflación general.
Las canastas de indigencia y pobreza aumentaron 4,6% y 4,2%, respectivamente, en el primer mes del año.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicó este miércoles su informe sobre la evolución de los precios de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que se utiliza para medir el umbral del indigencia, y de la Canasta Básica Total (CBT), para el piso de pobreza, correspondientes al primer mes del año.
Las canastas básicas alimentaria y total aumentaron respectivamente 4,6% y 4,2% en enero de 2021 en relación a diciembre, y 44% y 39,8% interanual. Así, la CBA se situó en enero en los $7.677,09 para una familia tipo, mientras que la CBT alcanzó los 23.722 pesos.
La Canasta básica alimentaria marca el límite de ingresos para que un grupo familiar no caiga en situación de indigencia. En el caso de una familia compuesta por dos adultos y dos menores se encareció en enero hasta los 23.722 pesos.
En tanto, la Canasta básica total, que incluye otros ítems, como indumentaria y servicios básicos, señala el piso de ingresos para que una familia no caiga debajo de la línea de la pobreza. El mismo grupo de cuatro integrantes precisó de $56.459 para no ser pobre.
La diferencia entre los valores de ambas canastas responde a que las tarifas de los servicios públicos y el transporte se encuentran en la Canasta Básica Total, mientras en la Canasta Alimentaria el rubro comida es preponderante y fue uno de los que más subieron en los últimos meses.
La canasta básica alimentaria marca la línea de ingresos necesarios para no ser indigente, mientras que la canasta básica total determina la línea de pobreza
Así, la CBA se determina en base a los requerimientos kilocalóricos y proteicos imprescindibles para distintos modelos familiares, a partir de los alimentos y las cantidades en función de los hábitos de consumo de la población, indicador que se considera el límite de la indigencia.
Para determinar la CBT se amplía la CBA con bienes y servicios no alimentarios, mediante la aplicación del coeficiente de Engel (CdE), definido como la relación entre los gastos alimentarios y los gastos totales observados en la población de referencia.
Con ese esquema metodológico, la CBA registró a lo largo de 2020 una suba acumulada de 45,5%, frente a una inflación que, según el IPC elaborado por el ente estadístico, acumuló un 36,1 por ciento. En tanto, el CBT marcó un incremento anual de 39,1 por ciento.
“El desacople entre el precio de los alimentos y el resto de los bienes y servicios se fortalece desde agosto pasado. Esta dinámica no solo responde al comportamiento estacional de frutas y verduras y al incremento en la carne durante las últimas semanas sino que también está vinculado a un mayor ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial, a una flexibilización del programa de precios máximos y cierta presión en los precios internacionales”, describió Ecolatina.
Este tema sensible de cara al año electoral hizo que el Gobierno ya ponga la lupa sobre la cuestión. La amenaza de controles más duros –que también podrían alcanzar a las exportaciones– y declaraciones oficiales que sugieren una menor depreciación del tipo de cambio demuestran la preocupación oficial sobre el tema”, agregó el informe.