El ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, trazó hoy un duro diagnóstico sobre la actualidad política y económica del país: “Esto está mal y va peor”, aseguró el ex funcionario de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, que mantiene un histórico enfrentamiento con el presidente Alberto Fernández. La sentencia tiene lugar luego de la advertencia que ayer realizó el mandatario al campo sobre la posibilidad de subir las retenciones para controlar los precios.
“No habría ninguna posibilidad de aplicar las políticas que nosotros aplicamos, porque el Presidente hace todo lo contrario de lo que hizo Néstor Kirchner; lo que están haciendo ahora se parece más a los pollos de Mazzorín que lo que hicimos nosotros”, indicó Moreno en diálogo con radio La Red, en referencia al escándalo que generó durante el gobierno radical de Raúl Alfonsín la decisión del entonces secretario de Comercio, Ricardo Mazzorín, de importar miles de toneladas de pollo para bajar su valor en el mercado local.
Durante la entrevista, Moreno criticó “el desorden” en la economía y señaló que el gobierno del Frente de Todos “agudizó los problemas heredados”. “Es un desorden andando, hace todo mal. ¿Cómo vas a trabajar con una persona como Alberto? Es imposible. ¿Decime cuál es el plan del Gobierno? ¿Manejar la Argentina con déficit fiscal? Un plan es hablar de medidas coherentes, si alguien te habla sin sujeto, verbo y predicado no vas a entender nada, y eso le pasa a Alberto Fernández, gobierna sin un plan porque él mismo dijo que no cree en los planes. Conclusión: esto está mal y va peor”, amplió.
Ayer, el Jefe de Estado ratificó en Página 12 que el Gobierno ya analiza imponer un límite a las exportaciones o establecer una suba de retenciones para controlar la inflación en el precio de los alimentos e indicó que se trata de una advertencia pública a los productores: “A mí me votaron para ejercer el poder cuando tengo que ejercerlo. No se puede especular en este contexto, no tienen derecho a lastimar la tranquilidad de la gente”.
Consulado sobre este conflicto, Moreno expresó que “los dueños de las tierras, los únicos que no trabajan en el campo, los que viven de las rentas y del precio de los alimentos, se tienen que sentar a conversar seriamente”, porque -consideró- “llegó el momento de los que se llevan un tercio de la producción sin hacer nada empiecen a resolver esta situación”.
Sin embargo, el ex funcionario analizó que la amenaza de Moreno no fue hacia ese sector, sino hacia los productores, los que trabajan en el campo. “Para mi son amigos de él, yo lo vi trabajar en el conflicto de la 125, él se sentaba al lado de los terratenientes”, recordó.
En las últimas horas, la oposición también cuestionó la política económica del Gobierno y dirigentes de Juntos por el Cambio consideraron que “la amenaza nunca puede ser el camino al diálogo”.
“El gobierno está ubicado en un pasado que ya fracasó y que terminó explotando. Creo que ponerse en frente del campo es pegarse un tiro en los pies. Es un gobierno que no tiene una decisión clara sobre si necesitamos un país exportador, pero es un gobierno que tiene claro -según ellos- el control de precios, un cambio atrasado. Ya pasó del 2011 al 2015, un conflicto de esa naturaleza sin diálogo de por medio”, apuntó Mario Negri, en declaraciones a radio Mitre.
Por su parte, Ricardo Buryaile publicó una carta abierta en sus redes sociales, destinada al Presidente. “Usted responsabiliza a los productores por la inflación, los amenaza con instaurar cupos a las exportaciones o subir las retenciones, pero parece desconocer que los productores no tienen capacidad real de influir en el precio final que pagan los consumidores. Nunca la amenaza puede ser una invitación al diálogo”, escribió el diputado nacional por Formosa (UCR).
En tanto, el campo ve razones ideológicas en las palabras del mandatario y se prepara para un nuevo conflicto. Carlos Achetoni, de Federación Agraria, adelantó que la Mesa de Enlace se reunirá para evaluar la respuesta a adoptar si el gobierno, como planteó Alberto Fernández, toma alguna de esas medidas para “desacoplar” el precio de los alimentos.