“Cristina quiere quebrar a Larreta”, por Alfredo Leuco

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    Tardó demasiado pero parece que, finalmente, Horacio Rodríguez Larreta comprendió que Cristina lo quiere poner de rodillas. Lo acabamos de escuchar de nuevo.

    El jefe de gobierno se preguntó: “¿Quieren sacarle la seguridad a la gente para que la calle sea tierra de nadie y que barra bravas violentos puedan tomar la Casa Rosada como el otro día?”.

    La conclusión fue clarísima: “Pareciera que quieren desfinanciar a la ciudad y llevarla al límite del sometimiento”. Es exactamente eso. Se veía venir hace rato. Es agresión constante es parte constitutiva de la lógica autoritaria de Cristina.

    El ex presidente Mauricio Macri bancó a Larreta con el mismo criterio. Escribió que: “Dominada por el oficialismo, la Cámara de Diputados atropelló nuevamente las instituciones, los derechos de los argentinos y el federalismo.La ley que aprobaron saquea el presupuesto de la Ciudad y pone en riesgo la seguridad, la salud y el bienestar de millones de personas”.

    Nadie puede dudar que Cristina es la jefa del “Operativo Demolición” contra Horacio Rodríguez Larreta. Lo hace en defensa propia. Cristina, se da cuenta que el jefe de gobierno de la ciudad, puede llegar a ser presidente en el 2023 si logra el apoyo de todo el abanico opositor.

    Por eso necesita destruir todo vestigio de futuro político para Larreta. Porque es la gran amenaza que tienen sus planes de monarquía hereditaria. Si el próximo presidente no es el que ella elija, la impunidad y la venganza se evaporarán en el aire y la cárcel será una gran posibilidad para la reina.

    El diseño que Cristina encontró para no ir presa es que Alberto le haga parte del trabajo sucio en la justicia y que este sea, apenas, un gobierno de transición.

    Para cumplir sus objetivos, ella necesita que su hijo, el príncipe heredero, Máximo Primero o su hijo putativo, Axel Primero se conviertan en el sucesor de Alberto Menos Uno.

    Ya están abriendo el paraguas. El propio diputado Máximo Kirchner lo planteó en su discurso. Dijo que cada vez que un jefe de gobierno de la ciudad llegó a Presidente, como De la Rúa o Macri, el país terminó endeudado y patas para arriba.

    Cristina no ocultó nunca sus intenciones. El primer gran paso que dio fue aquel discurso en La Matanza, cuando le declaró la guerra política a la Ciudad de Buenos Aires que tiene la mayor cantidad de ciudadanos anti Cristina por metro cuadrado. ¿Se acuerda?

    Palabras resentidas, tratando de responsabilizar a los habitantes de la Capital por el desastre que produjo el peronismo en general y el kirchnerismo en particular en La Matanza.

    Utilizó la figura de los helechos iluminados, como símbolo de riqueza y gasto frívolo frente al drama de los bonaerenses del hambre y con el barro hasta las rodillas.

    Este ataque a Juntos por el Cambio, a Horacio Rodríguez Larreta y a los seis millones de argentinos que trabajan, viven, comen o se curan en esta ciudad, muestra en toda su dimensión los principales disvalores que el kirchnerismo ha diseminado en este país.

    Es parte de la hipocresía del doble discurso que habla en nombre de los pobres. Se trata de un grupo de millonarios que se enriquecieron en forma colosal, robando al dinero al pueblo argentino y que no viven en La Matanza.

    Cristina vive y tiene inversiones en los dos lugares más caros y elegantes: Recoleta y Puerto Madero. Y a eso hay que sumarle los hoteles de lujo en el Sur y las propiedades en Estados Unidos de Daniel Muñoz, entre otras.

    El drama de la falta de cloacas, agua, viviendas y trabajo es responsabilidad absoluta de los que gobernaron. No se puede culpabilizar como hacen siempre a los otros.
    Por lo menos Cristina fue sincera. Siempre le puso a Larreta la misma cara de asco que le puso a Macri.

    Cristina nunca ocultó su desprecio por todos los opositores en general y por los que encabezan las encuestas en particular.

    Los soldaditos de Cristina como Wado de Pedro y Horacio Pietragalla le mandaron un misil a Larreta y a Santilli a los que acusaron de represores y de culpables del mamarracho que fue el velorio de Diego Maradona.

    Pietragalla los denunció por los delitos de intimidación pública, abuso de autoridad y abandono de persona”. Y ahora lo denunciaron a él por decir muy suelto de cuerpo que la Policía de la Ciudad “es coimera al mango”.

    Pero la orden general es apuntar contra Larreta. Sacarse de encima cualquier responsabilidad. Si crecen los casos de corona virus, la culpa es de la ciudad y los que van a correr por Palermo.

    Si no hay clases presenciales es porque Soledad Acuña, la ministra de educación, denunció una gran verdad: la militancia totalitaria de los jerarcas sindicales en el adoctrinamiento. Arriba lavan dinero y abajo lavan cerebros.

    Insisto en que la comandante de estas batallas contra Rodríguez Larreta es Cristina. Pero jamás lo ocultó. Alberto y Sergio Massa, sus lugartenientes se dieron vuelta y traicionaron sus propias palabras y actitudes.

    Alberto Fernández llegó a llamar “mi amigo” a Larreta cuando las encuestas aprobaban el trato respetuoso e institucional en medio de la pandemia. Larreta estuvo astuto en ese momento. “Amigos son los que van a la cancha a ver a Racing conmigo”, dijo al sacarse de encima ese abrazo del oso.

    Y Sergio Massa, peor todavía. Son amigos personales desde hace 22 años, cuando ambos trabajaban en el ministerio de Desarrollo Social. Durante el kirchnerismo, Massa sufrió una violenta intrusión a su domicilio particular por un agente de inteligencia y sin embargo ahora es una de las piezas claves de la coalición oficial.

    Hizo bromas y se mostró exultante después de haber logrado un triunfo muy ajustado, pero triunfo al fin. Se reía frente al insulto de una diputada que estaba peleada con la tecnología y no podía expresar su voto.

    Por orden de Cristina, el discurso de cierre de Máximo y con 129 votos logró quitarle 65 mil millones de pesos a su ex amigo Horacio Rodríguez Larreta.

    Alberto había respaldado a Cristina, cuando habló de la opulencia de esta ciudad. Es decir que en ese triángulo de las Bermudas conformado por los fundadores de la alianza oficialista, desapareció el sentido común, el diálogo y la prudencia y surgió una grieta mucho más profunda.

    No debería sorprender a nadie. Era una fija que Cristina iba a marcar el rumbo con el látigo en la mano. Todo lo que sea poner piedras en el camino de Larreta es fomentado por Cristina. Ya sabemos que no tiene piedad ni escrúpulos. Se juega su libertad ambulatoria y la de su familia y sus secuaces. Y su cuerpo lo sabe.

    Se trata de un zarpazo y una puñalada a traición típica del nacional populismo chavista y cleptocrático. Máximo Kirchner, como presidente de su bloque, en el cierre, enojado, levantó su voz y dijo que Juntos por el Cambio, “esquilmó a todos los argentinos para sostener un proyecto político que fracasó”.

    El diputado Álvaro de Lamadrid no aguantó más y gritó: “Descarado, justo vos hablás de sustracción, cuando tu fortuna le fue robada a los argentinos”. Fernando Iglesias también fue contundente en su denuncia. Dijo que esta ley “es inconstitucional y que la sesión era ilegal, nula de toda nulidad”.

    Y aportó algunos datos duros que son incontrastables. La ciudad se lleva 10 veces menos de lo que aporta a la Nación. Y con este saqueo, ahora se llevará 16 veces menos de lo que aportan con su trabajo y sus impuestos los que viven y trabajan en este distrito.

    Iglesias dijo que esta ciudad no es opulenta; es próspera y generosa, producto de que no se vota peronismo y de su administración eficiente. Puso el dedo en la llega de las injusticias paridas por el peronismo que no genera fuentes de trabajo ni hospitales ni escuelas en el interior profundo.

    La mayoría de los hermanos argentinos que vive en las villas de la ciudad vienen buscando todo eso de Jujuy, Misiones, Salta, Tucumán y Santiago del Estero, provincias en las que gobernó el justicialismo en todas sus variantes el 80 % del tiempo desde la recuperación democrática de 1983.

    Pero la información más gráfica fue que 3 millones de bonaerenses vienen todos los días a trabajar a la ciudad. Y es porque no encuentran ocupación en el Conurbano.

    Puso como ejemplo a La Matanza, José C. Paz, Almirante Brown, Berazategui, Florencio Varela, Ezeiza, Malvinas Argentinas, entre los diez distritos con mayor pobreza y menor trabajo privado. Todos esos municipios fueron gobernados solamente por el justicialismo.

    Otro tema que potencia el avance sobre la ciudad es que es el único distrito que gobierna el PRO. Es la cuna política del macrismo y la cantera donde produce sus recursos humanos para llevar sus ideas al resto del país.

    Pero la estocada final sería eliminar la autonomía de la ciudad. No hay que descartarlo, aunque parezca una locura. Dos de los más fanáticos cristinistas lo han puesto sobre la mesa de las redes sociales.

    Francisco Durañona, el ex intendente de San Antonio de Areco que en su momento propuso llenar de militantes la Corte Suprema, se lamentó y calificó como “un terrible error” haberle dado la autonomía a la ciudad.

    Fernanda Vallejos que siempre juega al límite pero en acuerdo con Cristina, le contestó que “es un error que se puede corregir”. ¿Se atreverán a quitarle autonomía a la Ciudad? Depende de la resistencia que opongan los ciudadanos y el gobierno de Larreta.

    Siempre hay que recordar que frente a Cristina no se puede agachar la cabeza. El que lo hace, corre el riesgo de ser reducido a la servidumbre. El “Operativo Demolición está en marcha”.

    La única forma de frenar la brutal avanzada de Cristina es ponerle el pecho. Si le quieren poner la otra mejilla será el comienzo del fin de la alternancia democrática y el principio de la monarquía K.

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