Con la salida de la santafesina María Eugenia Bielsa y el ingreso del intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi en Desarrollo Territorial y Hábitat, el gabinete nacional se torna cada vez más metropolitano y menos federal, y con escasa presencia de mujeres.
Alberto Fernández decidió esta semana desplazar a María Eugenia Bielsa del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat y reemplazarla por el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi. Estrictamente hablando, esta es la primera modificación que el Presidente realiza en su gabinete, aunque previamente se había dado el cambio de Fernanda Raverta por Eduardo Vanoli al frente del ANSES y el de Darío Martínez por Sergio Lanziani en la Secretaría de Energía. Vanoli fue corrido de su cargo en abril, luego de las largas colas de jubilados frente a los bancos esperando en condiciones penosas para poder cobrar sus haberes en pleno comienzo de la pandemia, durante la fase más estricta de la cuarentena. En la constante vorágine de la Argentina, dichas imágenes parecen parte de un pasado remoto, pero sucedió hace tan sólo unos meses. El neuquino Darío Martínez reemplazó a Lanziani en agosto, cuando la Secretaría pasó a la órbita del Ministerio de Economía. El Gobierno buscó así relanzar el área de Energía, con el foco puesto en la producción de hidrocarburos de Vaca Muerta. En este caso, no hubo un factor decisivo que propiciara el corrimiento de María Eugenia Bielsa y hasta ahora ningún funcionario de primera línea explicó los motivos claros de esta decisión.
Más allá de las razones que puedan justificar su salida (se habla de un bajo nivel de ejecución presupuestaria), las lecturas políticas que deja son múltiples. En primer lugar, es imposible pasar por alto que el cambio se realiza a dos semanas de que Cristina Kirchner publicara su carta con su referencia a los “funcionarios que no funcionan”. La expresión de la vicepresidenta había generado una ola de sospechas, y entre las listas de supuestos apuntados Bielsa aparecía repetidamente. Si Cristina Kirchner se refería o no a la ministra Bielsa es algo que probablemente nunca terminemos de confirmar, pero lo cierto es que se terminó apartando a una dirigente de carácter moderado, muy cercana a Alberto Fernández, y colocando en su lugar a un cristinista puro.
En este sentido, el Presidente realiza compensaciones para mantener la cohesión interna de la heterogénea coalición que debe liderar: mientras la cartera de Obra Pública está en manos de Gabriel Katopodis, exintendente de General San Martín que representa a un sector moderado, coloca ahora en Desarrollo Territorial y Hábitat a un representante de los segmentos más radicalizados. De esta manera, los fondos para obras quedan repartidos entre un “halcón” y una “paloma”. En términos de compensaciones también es importante remarcar que en un contexto en el cual el Gobierno está girando a la derecha en materia económica (sin fondos suficientes para el IFE 4, con los jubilados pagando una vez más el ajuste y con una eventual actualización de las tarifas de servicios público), la incorporación de Ferraresi al gabinete actúa como una retribución, por ser un actor político más afín a los sectores radicalizados que se sienten molestos con el curso de la política económica. Este es tan solo un gesto de otros que progresivamente irán apareciendo, entre ellos el envío al Parlamento del proyecto de ley para legalizar el aborto.
El segundo punto para destacar y el más significativo es que, tras la decisión del Presidente, se ratifica el poder que conservan los intendentes bonaerenses y en particular los del conurbano. Ferraresi es intendente de Avellaneda (uno de los partidos más importantes de la 3ra sección electoral) desde el año 2009, cuando reemplazó a Baldomero “Cacho” Álvarez, que asumió como Ministro de Desarrollo Social bonaerense, durante la gestión de Daniel Scioli. De manera casi análoga, ahora es Ferraresi el que parte usando a Avellaneda como trampolín, pero en este caso el premio es mayor, ya que se trata de un ministerio nacional. Al asumir el Frente de Todos, Ferraresi ya había sido mencionado para ocupar otro cargo, como posible Ministro de Obras Públicas de Kicillof, por lo que el liderazgo del hasta ahora intendente de Avellaneda ya se venía proyectando de manera provincial y nacional.
A pesar de que el presidente Fernández se jacta de su federalismo cada vez que visita el interior, Buenos Aires resulta fundamental en su armado político, convirtiéndose esta provincia en un primus inter pares. Con la salida de la santafesina María Eugenia Bielsa y el ingreso de Ferraresi, el gabinete nacional se torna cada vez más metropolitano y menos federal. Dicho sea de paso, vale la pena destacar que también se reduce la ya muy escasa presencia de mujeres: de los 21 ministerios (contando la jefatura de gabinete), solamente 3 quedaran liderados por mujeres. Las expresiones discursivas del presidente no se plasman luego a la hora de desplegar la gestión.
Como se mencionó, el grueso de las obras públicas quedará en mano de dos exintendentes bonaerenses: Gabriel Katopodis y Jorge Ferraresi. Ambos conocen muy bien el “primer cordón” del Gran Buenos Aires, una zona estratégica para el peronismo por su caudal electoral y porque su control puede garantizar la gobernabilidad en escenarios políticamente adversos. La derrota o la victoria en el conurbano bonaerense pueden definir el control de la Cámara de Diputados (la provincia aporta 70 representantes para la cámara baja) o incluso asegurar o sepultar los sueños de un candidato presidencial. Los intendentes son a su vez piezas electorales claves de este entramado, ya que sin su apoyo y el despliegue que aportan desde el territorio, la competitividad de los candidatos nacionales y provinciales merma considerablemente.
Al margen de las lecturas políticas, no debemos perder de vista que lo primordial es que la nueva gestión de Ferraresi brinde una solución habitacional para las familias que esperan vivir dignamente (según el gobernador Kicillof, solo en la Provincia de Buenos Aires hay dos millones de personas que necesitan una vivienda). El Estado es un actor fundamental a la hora de brindar una respuesta concreta y directa a los sectores más desfavorecidos, pero no hay política social lo suficientemente amplia para alcanzar a tal número de familias. La problemática debe canalizarse también a través de la vía privada, para eso deben garantizarse condiciones macroeconómicas estables que impulsen la construcción y el otorgamiento de créditos a largo plazo para la clase media, tal como sucede en los países que funcionan bajo una dinámica más sensata y previsible. Mientras la única estrategia habitacional para la Argentina sea construir algunos cientos de viviendas sociales, podrán pasar los ministros, pero los problemas de fondo perdurarán.