El gobierno de Alberto Fernández enfrenta momentos difíciles, con marchas opositoras en rechazo a varios de sus proyectos y sin encontrar salida a una problemática doble: el coronavirus y la crisis económica.
Pese a los anuncios gemelos del acuerdo con los bonistas privados de la deuda externa y de la fabricación de la vacuna de Oxford en Argentina, el ejecutivo nacional no encuentra respuestas ante el agotamiento de los cinco meses de cuarentena.
El aislamiento está tan gastado que el propio presidente comenzó a cuestionar su existencia, pese a haberlo extendido hasta el 30 de agosto. En ese contexto, no sorprende que la imagen del jefe de Estado haya caído y registre cifras negativas por primera vez desde el inicio de la pandemia.
Así surge de una encuesta de Giacobbe y Asociados que consultó a 2500 personas desde dispositivos móviles, entre el 11 y el 13 de agosto; es decir, después de los anuncios de la deuda y la vacuna y antes de la marcha opositora del 17A.
El sondeo recoge que la imagen positiva de Alberto Fernández es del 37,1 por ciento, mientras que la regular es de 17,6% y la negativa de 44,6%. Muy lejos quedó el pico de 67,8% de imagen positiva que, según la consultora, el jefe de Estado tuvo entre marzo y abril, en el inicio de la cuarentena (otros estudios le daban valores por encima de 80%). La evaluación presidencial fue en descenso con el pasar de los 153 días de aislamiento, y a partir de julio fue el punto de inflexión: el saldo comenzó a ser negativo.
En paralelo, la aprobación de la cuarentena fue por el mismo tobogán: después del techo de 85% de marzo, el respaldo a la medida cayó hacia mayo y luego se estancó. Hoy 44,4% de los encuestados rechaza la medida, cifra por primera vez superior al 43% que la aprueba.