Elisa Carrió siempre fue un huracán que no se calla, ni se vende. Es la sangre, profundamente republicana que corre por sus venas. Estaba reponiendo fuerzas, con perfil muy bajo, casi retirada del gran escenario político, pero ahora, se vio obligada a volver con toda su potencia.
Tiene un olfato muy desarrollado para detectar el ataque antidemocrático de los corruptos y la peligrosidad para las instituciones del plan sistemático de impunidad y venganza que impulsa Cristina.
Tal vez sean las dos personas que tienen más claro, el país que quieren construir. Es como una gigantesca pulseada entre dos mitades de la Argentina. Cristina y Lilita. Son mujeres aguerridas, abogadas y de la misma generación, solo que Cristina tiene tres años más de edad.
Una en Santa Cruz y la otra en el Chaco, ambas se formaron políticamente en provincias pobres, pero en distintas matrices ideológicas.
Cristina en la Juventud Peronista que hoy se referencia en los populismos autoritarios de Evita y Hugo Chávez. Y Lilita en la social democracia del radicalismo de Alfonsín y en la lucha contra todos los totalitarismos de Hannah Arendt.
Cristina es millonaria y su fortuna y la del Cartel de los Pingüinos, no tiene otra explicación que el saqueo al estado perpetrado por ella, como jefa de una asociación ilícita.
Así la califican en un par de causas judiciales de las 6 en las que está acusada de delitos de corrupción de las 8 en total que tiene elevadas a juicio oral. Eso significa que esos 8 procesamientos, fueron confirmados por la cámara revisora correspondiente.
Estamos hablando de Los Sauces, Hotesur, Pacto con Irán, Dólar futuro, Obra Pública y Cuadernos de las Coimas de las que derivaron la de la cartelización y los subsidios a los trenes.
Los cuadernos de las coimas, es una de las causas más graves y con mayor cantidad de pruebas, testimonios y arrepentidos que confesaron un mecanismo colosal de corrupción de estado.
La justicia, en el expediente, lo definió como “la mayor organización criminal de las últimas décadas”. Yo agrego que semejante latrocinio no tiene antecedentes en la historia de los gobiernos democráticos.
Estas informaciones tratan de explicar porque Cristina, sus hijos y sus secuaces, son millonarios. Lilita es todo lo contrario. Es austera y casi no tiene bienes materiales.
Jamás tuvo ni siquiera una sospecha de corrupción. Le armaron una pila de denuncias para desprestigiarla y en todas, se probó su inocencia. La gran novedad de estos últimos días es el regreso al combate político de Elisa María Avelina Carrió contra Cristina Elisabet Fernández de Kirchner.
Insisto: dos mujeres y dos países con valores y éticas antagónicas. Tal como es su estilo, el huracán Carrió fue arrasador con sus últimas denuncias que sacudieron, no solamente al cristinismo.
También obligaron a la propia oposición de Juntos por el Cambio a revisar la postura de algunos dirigentes que están borrados o que sus actitudes tienen la tibieza de una brisa veraniega. Carrió no se distrajo con fuegos de artificio. Fue al hueso. Sin medias tintas ni eufemismos.
Llamó a las cosas por su nombre. Convocó a una “resistencia pacífica por la vía del derecho” ante lo que consideró una suerte de “estado de sitio” que instaló el gobierno aprovechando la lucha contra el virus y la cuarentena eterna.
Por eso calificó a Alberto y Cristina como “fascistas”. Y dijo que la vice, “solamente busca garantizar su impunidad. Vamos hacia una hegemonía absoluta de Cristina”.
Carrió los acusa de “alta traición a la patria” y asegura que el decretazo de Alberto que prohíbe los encuentros familiares es “inconstitucional, perverso, irracional y va contra el estado de derecho” y es de “nulidad absoluta” porque “invade el campo penal y crea un delito, algo que está prohibido por la Constitución”.
Carrió argumentó que “van a destruir los hogares porque los chicos van a tener depresiones tremendas y los grandes se van a morir de soledad”.
La doctora Carrió, también hizo una advertencia. Denunció que Cristina armó una campaña contra Horacio Rodríguez Larreta porque le preocupa que el jefe de gobierno de la ciudad está primero en imagen positiva e intención de voto en varias encuestas.
¿Qué hizo, Cristina? Mandó a su tropa a disparar contra Larreta por todos los motivos posibles. Cristina está al mando de la Argentina. Controla la botonera de los principales y más estratégicos cargos.
La semana pasada le comenté que su gran pesadilla son los banderazos y los cacerolazos porque es lo único que no puede controlar. Todo lo contrario, los reclamos del 17-A que circulan por las redes reclaman el juicio, castigo y condena para Cristina. Piden cárcel para ella.
Esos ciudadanos independientes también tienen sus reflejos entrenados para registrar los groseros ataques al funcionamiento de lo que ellos llaman democracia burguesa.
El lúcido periodista y escritor, Jorge Fernández Díaz lo puso en evidencia en su programa en esta querida radio Mitre. Dijo que Cristina viene a romper, a destruir esta democracia que es la democracia que con mucho esfuerzo se reconstruyó en 1983 con Alfonsín.
Y aclara que Cristina y sus guardianes quieren otro sistema que ellos llaman democracia, pero que es un feudo estado céntrico. Y dice que ya lo hicieron en Santa Cruz y que no hace falta ir a Caracas para verlo de cerca.
Esta es la gran batalla. Es entre una democracia como la de Francia o de Uruguay o el ladri feudalismo de Formosa o Santa Cruz. En todas las convocatorias se pone al general José de San Martín como símbolo de esta protesta que, van a intentar que sea será multitudinaria.
Es que hay mucha bronca en un sector importante de la ciudadanía. Se juntan varios motivos personales y colectivos. El más trascendente, es la búsqueda pornográfica y descarada de la impunidad para los delitos de Cristina, su familia y sus cómplices.
Cristina acusó directamente, con nombre y apellido a los jueces de la Cámara Federal por un fallo que revocó una medida insólita de la jueza Servini, pedida por Cristóbal López.
Cristina dijo que Martin Irurzum es el de la doctrina de las prisiones preventivas para los opositores a Macri y que Leopoldo Bruglia era, el del traslado flojo de papeles, sin acuerdo del senado y sin prestar juramento de ley.
Cristina tiene la memoria selectiva y sesgada. No dijo nada de los condenados en doble instancia como Amado Boudou quien era su vice y su protegido, ni de los corruptos confesos como Ricardo Jaime, Víctor Manzanares, José López y Claudio Uberti, entre otros.
Y no dijo una palabra de que la Corte Suprema de Justicia avaló esos traslados que ella califica como “flojos de papeles”. Todo el tiempo sigue las enseñanzas del peor Perón, del mas autoritario: “Al amigo todo, y al enemigo ni justicia”.
No quiero ser tan duro pero fue el propio Alberto Fernández que fustigó su actitud y la llamó “cínica y psicopática”. Cristina hizo una presentación ante la justicia contra Google porque en ese buscador aparecía como “Ladrona de la Nación Argentina”.
En ese mismo camino chicanero, los memes de los ciudadanos opositores se tomaron revancha con una remera en cuyo pecho aparece la inscripción “Google tiene razón” y otro más cruel y macabro.
Es una placa roja de Crónica que dice “Apareció muerto Google en un departamento de Puerto Madero”.
Pero la protesta del lunes 17, en todas las plazas y lugares emblemáticos de la Argentina, también tiene como disparador la terrible situación económica, los comercios pequeños que se fundieron por miles, los sueños y proyectos de progreso que se cayeron a pedazos, las patotas jurásicas de Hugo Moyano contra la innovación y el futuro de Mercado Libre, el intento de quedarse con Vicentín, la destrucción de los alimentos y dólares de exportación que contenían 125 silobolsas y la criminalidad más sanguinaria de la inseguridad que se multiplicó con la liberación de presos que produjo este gobierno en un acto casi suicida.
Otra gran indignación se produce por la doble vara que tiene Cristina y sus fanáticos sobre los asesinados por las policías de provincias peronistas y la desaparición forzada de Facundo Astudillo Castro donde todas las sospecha conducen a las fuerzas que conducen Sergio Berni, un Rambo bolsonariano y de cabotaje y Axel Kicillof. Y ni que hablar del intento de armar una Corte Suprema con la camiseta de Cristina como propuesta de una comisión asesora liderada por Carlos Beraldi, el abogado de Cristina acusado de prevaricato por Silvina Martínez por estar de los dos lados del mostrador.
Pocas veces hubo en los tribunales un repudio y un rechazo tan grande a un proyecto del Poder Ejecutivo. Los jueces están en guardia, dispuestos a defenderse y a no dejarse llevar por delante.
Es cierto que Cristina ganó las elecciones. Es cierto que las urnas la eligieron. Pero los votos no borran prontuarios ni producen indultos. La memoria colectiva es muy fuerte.
No necesita a Google para saber la verdad. Es imposible esconder tanta cleptocracia debajo de la alfombra de la Casa Rosada. Es imposible.