La imputada es Gloria Aurora Panucci, pero a sus víctimas les decía que se llamaba “Martha”. Según la acusación, ganaba su confianza en la iglesia o en el banco y las invitaba a tomar un café, donde les vertía un fármaco para sedarlas. Así les quitaba las llaves de las casas, donde se llevó dinero, perfumes y hasta una horma de queso y otra de jamón. Estaba excarcelada, pero ante un pedido del MPF, volvió a ser detenida en octubre.
La titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°41, Silvana Russi, solicitó que una mujer de 79 años que se encuentra detenida con prisión preventiva desde octubre pasado, sea sometida a juicio oral acusada de haber cometido tres robos -uno consumado y dos en grado de tentativa-, ocurridos entre diciembre y agosto pasados en los barrios porteños de Mataderos, Villa General Mitre y Liniers. Según la acusación, en los tres casos empleó la misma metodología: ganar la confianza de su víctima, invitarla a tomar un café, sedarla con psicotrópicos y aprovechar la situación para ir a robar en su casa.
“Se acreditó que la imputada ejerció violencia sobre los damnificados con el fin de desapoderarlos de sus pertenencias. De tal manera, para consumar su propósito, les suministró una sustancia somnífera que les ocasionó la pérdida de conocimiento”, remarcó Russi.
Las cámaras de la confitería captaron el 18 de diciembre de 2023 el momento en el que Panucci coloca una sustancia a uno de los cafés.
Los tres robos que le imputan
El primero de los casos que le atribuyen a Panucci es una tentativa de robo ocurrida el 18 de diciembre de 2023, alrededor de las 12, en la confitería “Ocaña”, situada en la avenida Juan B. Alberdi 5702 del barrio porteño de Mataderos.
La víctima fue una mujer de 79 años que había ido a un banco ubicado a una cuadra y media por el trámite de supervivencia para cobrar la jubilación y allí se encontró con la acusada -la conocía de haberla visto en otras oportunidades-, quien le dio charla y la invitó a tomar un café al bar mencionado.
Allí, se sentaron en una de las mesas de afuera del local, pero la imputada ingresó en busca de dos cafés en vasito y a los que no les pusieron las tapas por pedido de la mujer.
Según la imputación, mientras la encargada del comercio se dio vuelta en busca de sobres de azúcar y edulcorante, la acusada extrajo una sustancia somnífera de su cartera y la colocó dentro de uno de los vasos de café, para luego dirigirse con la bebida a la mesa donde se encontraba. Esta secuencia fue registrada por una de las cámaras de seguridad de la confitería en un video que es una de las pruebas del expediente, según consta en el requerimiento de elevación a juicio.
Con ese café, le provocó a la víctima un estado de somnolencia que fue aprovechado por la imputada para intentar apoderarse de sus pertenencias, lo cual no pudo lograr porque la damnificada había ocultado el poco dinero que portaba en una de sus medias.
Pasados unos minutos, la imputada ingresó nuevamente al local y preguntó por la existencia de tachos de basura, para luego arrojar ambos vasos de café en un cesto ubicado en la vía pública y retirarse del lugar.
La encargada del bar notó que la víctima estaba adormecida, y al no poder despertarla llamó al SAME. La mujer fue trasladada al Hospital Santojanni donde estuvo internada y le diagnosticado “deterioro sensorial por intoxicación medicamentosa”, por lo que fue sometida a un lavado de estómago.
A seis días del hecho, las nietas de la víctima fueron quienes -tras haber visto las filmaciones del bar-, identificaron a la imputada en la intersección de la avenida Juan B. Alberdi y Larrazábal, como la mujer que había intoxicado a su abuela días antes con intenciones de robarle. Llamaron al 911, arribó personal de la Policía de la Ciudad y le encontraron en su cartera un tubo plástico del medicamento “Redoxon” que en su interior tenía 44 pastillas de color blanco con la inscripción “ALP”, doce fracciones de pastillas “ALP” y una bolsa transparente que dentro tenía sustancias tipo polvo blanco con la inscripción “yagra”, entre otras cosas.
En el segundo hecho, ocurrido entre las 12.30 y 13.30 del 7 de julio último, la fiscalía le imputó a Panucci “haber intentado apoderarse ilegítimamente y mediante violencia en las personas, de la suma de 155.550 pesos, once dólares y cinco euros”, de un departamento de la calle Magariños Cervantes al 2600 del barrio porteño de Villa General Mitre, perteneciente a un hombre viudo de 82 años. Este caso también quedó en grado de tentativa, porque la policía detuvo a la imputada cuando aún estaba dentro del domicilio de la víctima.
Según consta en el requerimiento fiscal, el damnificado declaró que había conocido a la imputada a fines de mayo pasado en la Iglesia Santa Rita del barrio de Floresta, donde la mujer le manifestó que era viuda, tenía 75 años y que se llamaba Martha.
El 7 de julio estaba en la misma iglesia cuando, al término de una misa, Panucci se le acercó y le pidió ir a tomar un café, a lo que accedió, trasladándose los dos en su auto particular hasta el café y panadería “Molina” de la calle Elpidio González 2806, donde se sentaron en una mesa de la vereda.
El hombre explicó que pidieron un café y un cortado, pero en un momento se levantó a buscar un vaso de agua a la barra y que cree que la imputada aprovechó ese instante “para colocarle algo en la bebida”. Relató que, tras ingerir el café, no recuerda más nada porque se desvaneció y, cuando se despertó, notó que le faltaba el dinero en efectivo del interior de su billetera y las llaves de su casa.
La encargada del bar llamo al SAME y cuando los médicos trasladaban al hombre al Hospital Álvarez, atendieron en el celular de la víctima el llamado de un vecino que advertía que había una mujer desconocida intentando entrar al departamento del damnificado.
Personal de la Policía de la Ciudad detuvo a Panucci en el edificio de la víctima, donde dijo que era la empleada doméstica pero no supo decir para quién trabajaba. La mujer tenía en su poder dinero en pesos, dólares y euros y 33 pastillas de color blanco, otros cuatro fragmentadas en cuartos y dos en medios, un artefacto gris con cuatro botones similares a un inhibidor, dos juegos de llaves, dos llaves sueltas y un teléfono celular.
El tercer y último caso que le adjudican, es del 20 de agosto pasado en el barrio de Liniers y la víctima fue una mujer de 78 años. Según la acusación, alrededor de las 12.20, la imputada tocó el timbre de una casa situada en Ramón Falcón al 6300 y le dijo a la damnificada: “Hola soy Martha, ¿no me convidaría un café?”.
La víctima dejó pasar a la acusada porque la reconoció como una vecina que tenía vista del barrio, pero con quien no tenía relación previa.
Siempre según la acusación, una vez en el interior, se sentaron en la mesa y Panucci le solicitó un vaso de agua, lo que hizo que la anfitriona se retirase hacia la cocina, momento en el que, según se cree la fiscalía, aprovechó para colocar en el café de la mujer algún somnífero.
La víctima comenzó a sentir mareos, dolor de cabeza y de estómago, momento en el cual la imputada la sujetó del brazo y la acompañó hacia a la habitación del segundo piso, donde finalmente la empujó hacia la cama y perdió el conocimiento.
La denunciante recién se pudo despertar a las 16 del día siguiente. Advirtió que su perro también había sido adormecido y que los ambientes de su casa estaban revueltos. Le habían robado 100.000 pesos en efectivo, una cadena de oro de 18 kilates con un dije, una gargantilla con engarces de plata, cinco frascos de perfume (dos Christian Dior, un Paco Rabanne y un Carolina Herrera), y hasta una horma de queso y otra de jamón.
Tal como había pasado en el primero de los casos, a un mes del hecho, Panucci fue reconocida en la vía pública, esta vez por su propia víctima, quien dio aviso a personal de la comisaría vecinal 9B de la Policía de la Ciudad que procedió a identificarla y demorarla.