En ese esfuerzo económico, político y electoral del Gobierno, empiezan a aparecer hechos raros que nadie puede terminar de interpretar.
Estamos en una situación bastante complicada desde el punto de vista económico. Este miércoles, habrá un desembolso del Fondo Monetario Internacional de US$7.500 millones. El ministro de Economía y candidato está mirando toda la escena económica en términos electorales, entonces festeja que habrá otra entrega del Banco Mundial por US$1.300 millones.
El Gobierno está buscando fondos como sea para poder mantener quieto el dólar y tener un respaldo para algún tipo de distribución a modo “Plan platita” siguiendo el mapa electoral que quedó planteado hace dos domingos y poder dar vuelta con el poco dinero que pueda tener, porque parte de esos desembolsos es parte devolverles a la CAF, a China, a Qatar -que prestó la plata, pero como un puente para pagarle al Fondo-. Es una situación financiera al borde del abismo. Podríamos usar la frase antigua “si hay miseria, que no se note”.
En ese esfuerzo económico, político y electoral del Gobierno, empiezan a aparecer hechos raros que nadie puede terminar de interpretar.
Primero, si uno mira lo que pasó el sábado, la gendarmería estaba ya instalada en determinados lugares donde podía haber episodios de violencia. Tendrían alguna información de inteligencia, algún monitoreo.
Lo más raro es la simultaneidad, no se sabe si por organización o por imitación. Después, se produjeron episodios en Capital Federal, en la villa 1-11-14. También se registraron hechos similares en Mendoza, que es donde aparentemente la investigación va más avanzada porque primero detuvieron 18 personas en el Gran Mendoza, una provincia que, históricamente, ha tenido problemas de seguridad. Se refleja esto y parece imitarse en Río Cuarto.
Este martes, hasta las 16:00, el Gobierno celebraba que no hubiera episodios de robos a supermercados en el Gran Buenos Aires y en el Gran Rosario, pero luego, como acabamos de ver, José C. Paz, Tigre, hay mucha inquietud en Mar del Plata. Este es un plano de lo que está pasando.
Se trata de provincias donde no ganó el kirchnerismo en las PASO. Es un dato que uno no sabe cómo interpretar, porque se podría decir que es el kirchnerismo desde donde se intenta generar situaciones de violencia y descontrol en provincias que no gobierna. Lo más lógico sería que, si quiero controlar o administrar el fenómeno, lo armo en provincias que gobierno, para tener la complicidad de las fuerzas de seguridad.
Nadie sabe qué hay detrás de esto, aunque el Gobierno está muy interesado en saberlo. Antes de que se sepa nada, no sé con qué nivel de prudencia, Gabriela Cerruti le echó directamente la culpa a Milei. Este es un hecho irresponsable por parte del Gobierno, imputar a una fuerza política por algo que, todavía, los mismos funcionarios del Gobierno admitieron: “Sospechamos que puede haber algo político, no sabemos si lo hay”.
El oficialismo celebra que no sean saqueos tradicionales, es decir, que no sea una manifestación de hambre, como esto que acabamos de ver, que es gente armada.
Lo de la Villa 1-11-14 parece ser otra cosa, según interpretan las propias fuerzas de seguridad. Allá, se desbarató una banda de narcos hace un tiempo y daría la impresión de que es el intento de estos narcos de recuperar el control de una parte de la villa en un enfrentamiento tristemente cinematográfico de pobres contra pobres con palos en un lugar que no tiene trazado urbano, son pasillos laberínticos donde, al entrar, no se sabe cómo salir y donde la misma gendarmería no sabía quiénes eran las víctimas y quiénes eran los victimarios, por lo que no podía reprimir con mucha claridad. Una escena de una Argentina nueva, donde la droga tiene muchísimo que ver. No sabemos si la droga no tiene que ver con lo que acaba de ocurrir en el episodio con gente armada.
Estamos ante un fenómeno raro, que enturbia una campaña electoral, donde hay muchas incógnitas, y donde hay un sentimiento de tensión, de desazón, de desapego a la política, que ahora se le agrega esta sensación de desorden.