Ya nació Francisco, ¿y el albertismo cuándo? . Por  Diego Sehinkman

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    Como en el cuento El Sur, de Borges, donde al protagonista le tiran migas de pan en la oreja unos gauchos ebrios de la pulpería y no tiene otra opción que salir a pelear, al albertismo no le queda otra que salir de la panza y nacer. Porque el kirchner

    Quizás más por instinto de supervivencia que por deseo, Alberto Fernández amagó en los últimos días con entrar en trabajo de parto. Las cuatro “contracciones” fueron las siguientes:

    Mandó a Guzmán a decir por televisión que está confirmado en su cargo de ministro de economía y que “seguiremos con aquellos que estén alineados con el plan económico”.

    Al día siguiente, Aníbal Fernández continuó la estrategia diciendo que “el que no esté de acuerdo con nuestra política económica no debería estorbar”.

    Cafiero dijo que “el único imprescindible en el oficialismo es el presidente”.

    Lo más desafiante hacia el kirchnerismo: mandó a la Secretaría de Energía a convocar a audiencias públicas para aumentar las tarifas de luz, desconociendo la posición del subsecretario Federico Basualdo, muy cercano a Cristina, a quien Guzmán quiso echar a principios del año pasado y la vice lo impidió. El llamado a audiencias públicas es un paso previo y necesario para aumentar las tarifas en un porcentaje mucho mayor al que el kirchnerismo quiere. Si se aumentan las tarifas se pueden bajar los subsidios, cumpliendo así con el acuerdo con el Fondo. Recordemos: el acuerdo con el Fondo produjo la ruptura final entre el presidente y su vice. Con sus últimos movimientos, Alberto parece más interesado en cumplir con Kristalina Giorgieva (titular del FMI) que con Cristina.

    ¿Por qué elige el camino de Kristalina y no el de Cristina? Veamos: Cristina piensa que el acuerdo con el Fondo producirá recesión y que será su tumba electoral para 2023. Y Alberto piensa que sin acuerdo con el Fondo se venía en marzo una corrida cambiaria que sería su tumba dos años antes de terminar. Cada uno calculó su posible fecha de defunción y actuó en consecuencia.

    ¿Esto significa que nace el albertismo? No lo sabemos, pero en la ecografía se ven movimientos que antes no existían. ¿Y cómo se explicaría este cambio de conducta del presidente? ¿Por repentina valentía? ¿Súbitamente se transformó en un estadista?

    Nada de eso: quizás le tomó el tiempo a Cristina al ver que, a pesar de intentar un “operativo despegue” para cuidar su capital electoral y de criticar y humillarlo públicamente, ella no tiene ninguna opción B para ofrecer. Dicho de otra manera: la ve tan impotente frente a la inflación y los problemas de la economía como él. La reina está desnuda y él lo sabe.

    Mientras vemos si el embarazo más largo del mundo (27 meses desde el 10 de diciembre del 2020) llega a término o no, el que tuvo el coraje de nacer es Francisco, el hijo de la pareja presidencial. Hay que avisarle que llegó al pueblo elegido (por la inflación). Solo Rusia supera a Argentina este mes, con 7, 6 frente a nuestro 6,7.

    Francisco tiene que saber que, por el mero hecho de ser argentino, va a sufrir a lo largo de su vida no menos de ocho o diez de estas crisis inflacionarias. Sean talle XL (como la híper de Alfonsín o el Rodrigazo con 777 por ciento de inflación), o Large, como ahora, con más de 60 o 70 por ciento anual.

    También tenemos que avisarle a Francisquito que hay una pasión en el espacio político de su papá por cambiar los manuales de historia y romantizar el pasado. Por eso, Francisquito, es bueno que sepas que no todo lo que dicen los (nuevos) amigos de papá es cierto: Agustín Rossi dijo que los gobiernos peronistas no se van antes, pero se olvidó de Isabelita, que era peronista y tuvo un ministro de economía llamado Celestino Rodrigo que generó una catástrofe.

    Mirá, Francisquito, cómo la historia argentina se repite: antes del Rodrigazo, la Argentina venía creciendo once años seguidos. ¿Y adiviná qué? Vino la crisis del petróleo y nos llevó puestos. Gelbard, el ministro de economía anterior a Celestino Rodrigo, había subido los salarios para hacer crecer el mercado interno y después, para intentar frenar la inflación, hizo un Pacto Social entre la CGE (Confederación General Económica), la CGT y la UIA (Unión Industrial Argentina).

    Al principio todo anduvo bien porque los precios de los productos agropecuarios eran altos. Pero después, frente a la crisis del petróleo, Europa se puso proteccionista y dejó de comprar nuestras exportaciones. Esperá que te lo leo directamente de Internet: “el tipo de cambio artificialmente bajo y un altísimo déficit fiscal (el 14 % del PBI) explica por qué a fines de 1974 la Argentina había perdido casi dos tercios de sus reservas internacionales. El control de precios era cada vez más difícil de sostener, había un creciente desabastecimiento y el mercado negro aumentaba. Al mismo tiempo, la emisión monetaria se estaba descontrolando. Entonces Gelbard intentó hacer acuerdos comerciales con Europa del Este y China. Pero no alcanzó”.

    Francisco, la moraleja es que vivimos colgados de un pincel: Cuando en los años 70 Europa dejó de comprar materias primas, crisis. Cuando durante el kirchnerismo bajó la soja, crisis. Cuando durante Macri el JP Morgan salió de las Lebacs, crisis. Todos los tangos empiezan distinto pero terminan igual. En los mástiles de la Argentina en vez de bandera debería flamear una cinta de embalar que diga ‘frágil’.

    Es el país que te tocó, ¡bienvenido, Francisco! Tu padre te esperaba, al igual que la CGT, los gobernadores peronistas y una parte del círculo rojo esperan al albertismo. Eso sí: acá no hay cesárea que valga. Tiene que pujar él.

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