Acuerdo con el FMI: entre el silencio de Cristina Kirchner y las diferencias dentro de la oposición. Por Sergio Berensztein

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    Es esta la primera semana con la noticia de que habrá acuerdo con el Fondo. Contraponiéndolo con la ansiedad, la confusión y las vacilaciones previas, el escenario pasa a ser relativamente más claro.

    Aunque las dudas aún perduran, algunos detalles importantes ya se dieron a conocer:

    El sendero de reducción del déficit fiscal.

    Los limites para el financiamiento monetario

    El objetivo de acumulación de reservas para el 2022.

    El viernes, los mercados reaccionaron positivamente ante estos anuncios, con una tímida caída del Riesgo País y un descenso algo más acentuado de los dólares paralelos. ¿Se agotó ya toda la reacción positiva de corto plazo o puede que el optimismo continúe durante esta semana?

    Qué esperar para esta semana tras el anuncio del acuerdo con el FMI

    Con el correr de los días, conoceremos la verdadera sentencia que el mercado tiene para hacer respecto a este preacuerdo. El gobierno necesita que el golpe de efecto se mantenga y se refleje, especialmente, en un alivio de la tensión cambiaria (el ensanchamiento de la brecha se había vuelto insostenible previo a los anuncios del viernes,).

    Una vez que se terminen de conocer los detalles técnicos, serán los gestos políticos los que terminen por definir y dar forma a este acuerdo.

    En nuestra columna del sábado repasamos los anuncios y analizamos algunos de los principales interrogantes. Pasado el fin de semana, la noticia comienza a decantar y los interrogantes políticos asoman con más ímpetu. La primera pregunta es probablemente la más evidente: ¿qué piensa Cristina?

    La vicepresidenta por ahora prefiere callar: ya sea para no alienar a los sectores más duros del kirchnerismo, contener a los votantes que podrían fugarse por izquierda o porque sencillamente ella no está de acuerdo con lo que se anunció.

    Mientras permanezca en silencio, sin ni siquiera brindar un apoyo tenue, al acuerdo con el FMI le faltará una pata. El anuncio empoderó a los sectores moderados del FDT: en especial, al presidente Alberto Fernández y al ministro Martín Guzmán, pero también a Juan Manzur y a Sergio Massa, que venían avalando el acuerdo.

    También a la CGT que lo exigía abiertamente. Pero esto es insuficiente: la vicepresidenta continúa siendo la accionista mayoritaria de la coalición oficialista y sin su visto bueno las dudas respecto al cumplimiento serán mayores. Ni siquiera podrán darse por descontados los votos en el Congreso de los diputados y senadores más identificados con ella. Después de todo, Máximo Kirchner tampoco fijó su posición. No queda del todo claro si obtener el apoyo de Cristina será más sencillo que obtener la ratificación del Directorio Ejecutivo del Fondo.

    Qué hará la oposición con el acuerdo con el FMI

    La segunda duda viene desde la vereda de enfrente: ¿la oposición acompañará el acuerdo? Las máximas autoridades de JXC señalaron a través de un comunicado que consideran “positivo este primer entendimiento con el FMI que evita así un costoso default”, pero en las semanas previas hubo contradicciones entre los distintos dirigentes e incluso enfrentamientos abiertos por esta cuestión.

    Teniendo en cuenta los antecedentes recientes, es esperable que el conflicto entre halcones y palomas se reavive. Más allá de las opiniones que puedan tener respecto a cada punto de lo pactado, los sectores más duros de JXC enfrentan un desafío político: deberán estar preocupados por la fuga de votos hacia los libertarios, que ya salieron a cuestionar el acuerdo ya que, desde su punto de vista, elude las reformas más elementales y el ajuste que debería hacer la política.

    Así como Cristina mantiene el silencio para evitar la fuga de votos hacia la izquierda, los halcones de JXC tienen una preocupación análoga. En suma: el acuerdo está repleto de tironeos y ruido que poco tienen que ver con el debate de fondo.

    Interrogantes de mediano plazo tras el acuerdo con el FMI

    Hasta aquí los interrogantes de corto plazo, pero hay por lo menos dos más, de mediano plazo, que son decisivos.

    El primero refiere a la capacidad, el interés y la vocación de efectivamente cumplir con este acuerdo. ¿El gobierno lo buscó para respetarlo a rajatabla hasta el final del mandato de Fernández o, despejado el escenario catastrófico del default, intentará algo de flexibilidad, incumpliendo parcialmente las metas acordadas?

    Lo segundo no solo sería útil en términos electorales, también permitiría mantener los equilibrios internos de la coalición. Las verdaderas intenciones las iremos descubriendo sobre la marcha, quizás ni siquiera el propio gobierno sepa bien qué es lo que quiere (puede que ellos también lo descubran sobre la marcha).

    Aunque el acuerdo no prevé objetivos extremadamente ambiciosos, la concreción de las metas no será sencilla y no está de por sí solo garantizada. Por eso, la mayor tensión llegará cuando haya que hacer esfuerzos y la elección presidencial de 2023 se acerque, es decir, cuando los incentivos para alejarse de lo pactado y aumentar el gasto crezcan.

    ¿De qué manera el acuerdo impactará en el ciclo económico y, por lo tanto, en el ánimo de los votantes? Es el último gran interrogante y se vincula directamente con el punto anterior. Si, acuerdo mediante, la economía logra crecer y la inflación se reduce, generando un efecto positivo entre los votantes, será el gobierno el que tenga mayores incentivos para seguir respetando las metas pactadas. Si ocurre lo contrario, las voces de los sectores duros del FDT (que hasta hace algunos días incluso alentaban el default) se harán oír nuevamente, proponiendo el incumplimiento.

    Si todo sale como el ministro Guzmán lo anuncia, por primera vez veremos un gobierno kirchnerista que enfrenta las elecciones teniendo que reducir el déficit fiscal. De suceder, será toda una novedad.

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