Las imágenes de la parrilla llena de hojas, baldes y herramientas eran protagonistas de uno de los spots de campaña que en las últimas elecciones hizo bastante ruido. La fórmula que conformaron Alberto Fernández y Cristina Fernández prometía que todo mejoraría; en otras palabras, que volvería el asado después de dos años de crisis económica. Pero, lejos de esa promesa, hoy el salario promedio de los argentinos compra la menor cantidad de kilos de carne desde 2007.
Son datos del economista Fernando Marull, de la consultora FMyA, quien cruza el salario promedio de los trabajadores formales (Ripte) con el valor del kilo de asado. Cuando asumió Alberto Fernández, hacia fines de 2019, el sueldo de un argentino podía comprar 180 kilos al mes. En este momento, se pueden adquirir casi 123.
El número surge de cruzar el último número del Ripte, la remuneración imponible de los trabajadores estables, que fue de $75.809,13 en marzo, con el valor del kilo de asado que, según las estadísticas oficiales, fue de $617,47 en ese mismo mes. Entonces, en lo que va del Gobierno de Fernández, se “perdieron” casi 60 kilos de asado en el poder de compra de los argentinos.
Lejos están esos números del récord de la serie en 2008, cuando un salario promedio podía adquirir casi 250 kilos.
Claro que nadie compra 123 kilos de asado con su sueldo mensual, aclara Marull, pero sirve como un indicador para entender qué sucede con el poder de compra de los salarios y con el precio de la carne. Como es habitual en la Argentina, el primero sube por la escalera y el segundo, por ascensor.
Desde noviembre de 2019, dice Marull, el salario subió nominalmente un 45%, pero el asado avanzó 100%. Esos números son un indicio de las razones detrás de la decisión drástica que tomó el Gobierno: suspender las exportaciones de carne por un mes, con la intención de que haya más oferta en el mercado interno y menor presión en los precios.