Guido Arzagot Arias fue condenado en 2019 y durante la cuarentena volvió a delinquir
Corría el año 2017 y Susana Giménez notó que en su tarjeta de crédito del Banco Galicia se habían cargado gastos que parecían sospechosos. El resumen de la diva de la televisión mostraba que entre el 3 de febrero y el 14 de marzo había hecho compras que no reconocía por unos 27.000 dólares. La mayoría de ellas eran operaciones a través de internet en sitios correspondientes a negocios de Santiago de Chile. Ella no las había realizado.
Ante el desconocimiento de las compras por parte de Susana Giménez, los números de las tarjetas usadas en las compras sospechosas se dieron de baja. Pero lo que nadie sabía es que el 29 de enero de aquel año un hombre había llamado al banco y luego de contestar dos preguntas personales y dos referidas a productos de la entidad, había “tomado control” del home banking de la animadora.
A pesar de que el banco dio de baja las tarjetas de crédito de Susana Giménez usadas para los gastos, los problemas siguieron. El 9 de junio de aquel año un hombre llamó al banco y fingió hablar como una mujer. En aquella comunicación, una supuesta “secretaria privada” de Susana Giménez pidió que se hiciera una extensión de una de sus tarjetas de crédito que tendría como beneficiario a Guido Arzagot Arias. En síntesis, Susana Giménez le “había otorgado” un adicional de su tarjeta a un desconocido que la pasó a retirar el 21 de junio por la sucursal Flores del banco. Esa misma semana, con la tarjeta que había ido a buscar personalmente al banco, compró pasajes hacia la República Dominicana y reservó una estadía “all inlcusive” en el hotel Paradisus de Punta Cana. Viajó a Punta del Este, pagó la estadía en el hotel Conrad y sacó dinero de varios cajeros en Uruguay.
Arzagot Arias hizo pagos con esa tarjeta y solicitó un préstamo personal que se acreditó en la cuenta relacionada con la extensión que “le hiciera” Susana Giménez. También tenía control de una cuenta corriente de Susana Giménez desde donde pagaba en pesos los resúmenes de sus tarjetas de créditos y las de sus familiares. Todo ese dinero que le sacó a Susana Giménez se sumó a los 27.000 dólares que originalmente había desconocido la animadora.
Ante el rechazo de algunas operaciones a la tarjeta extendida a nombre de Arzagot Arias, apareció de nuevo telefónicamente la “secretaria privada” de Susana Giménez y se quejó por lo sucedido. Un analista de fraude del banco se dio cuenta de que había ciertas contradicciones en la conversación mantenida y cuando decidió que la llamada iba a pasar a un nivel de seguridad mayor, “la secretaria” cortó.
Fue así cómo el banco detectó una estafa. Guido Arzagot Arias había conseguido ingresar al home banking de Susana Giménez y no solo había gastado su dinero sino que se había hecho extender una tarjeta adicional que manejó hasta que fue descubierto.
La estafa de la que fue objeto Susana Giménez formó parte de un expediente judicial investigado por la fiscalía de Instrucción a cargo de Eduardo Cubría.
En ese mismo expediente se sumaron otras estafas que hizo Arzagot Arias que tiene 30 años, es vecino de Floresta y cuando no está preso -como ahora- vive con sus padres.
Es técnico informático y en ese carácter trabajó entre julio de 2015 y enero de 2016 en la agencia de turismo Baden Baden. Se ganó la confianza de los que manejaban la agencia y comenzó a interiorizarse en asuntos vinculados con el turismo. Mientras extendía sus tareas informáticas llamó a un par de clientes para ofertarles sus recientes saberes adquiridos en el área de turismo, hecho que provocó que los dueños de la agencia lo obligaran a alejarse del negocio. Pero ya era tarde.
Había robado la base de datos de todos los clientes de la empresa en la que estaban los datos filiatorios y los números de tarjetas -de diferentes bancos- a través de las cuales se concretaban las compras de pasajes o paquetes turísticos.
Con esos datos comenzó a hacer compras virtuales que se cargaban en las cuentas de diferentes clientes de la agencia. Según se determinó en la investigación judicial, Arzagot Arias no escatimó en gastos. Por ejemplo, compró: pasajes aéreos de cabotaje e internacionales, tickets de Buquebus, cápsulas de café, remedios, un futón siena color blanco y tres almohadones estampados, un sillón mantero carmín, un sillón con patas de madera blanco, un almohadón, un mantel liso eco cuero, un set de dos sillas rombo cromadas y una mesa rectangular, zapatos y carteras.
También pagó con dinero de otros su cuenta de celular, su suscripción a Netflix, estadías en hoteles, diferentes servicios de Apple, gastos de supermercado, colchones, y hasta un viaje en crucero que hizo con sus padres. Para quedar bien con una de las clientas más importantes de la agencia de viaje y conseguir su confianza, le mandaba sushi a su casa: pero lo pagaba con la tarjeta de la agasajada.
Los gastos se hicieron a través de las webs de las compañías o mediante diferentes plataformas de pago nacionales o extranjeras. Algunas compras que hacía Arzagot Arias eran autorizadas en el primer intento de pago. Cuando le rechazaban una operación, bajaba el monto, cambiaba de plataforma de pago e intentaba dos o tres veces hasta que lo conseguía.
Su tío Filadelfo (fallecido), su tía Norma y sus padres Antonio y Ana María Arias fueron también beneficiarios de las compras que hizo mediante la utilización de tarjetas de otras personas.
El perjuicio –según explicaron a Infobae fuentes judiciales- calculado por la fiscalía de Cubría por las estafas a Susana Giménez y a los clientes de la agencia de turismo fue de 156.000 dólares y 1.273.000 pesos. Se le imputaron más de 400 hechos. Es decir que Arzagot Arias hizo cientos de compras con datos virtuales de tarjetas y con tarjetas plásticas a nombre de otros y vivió de eso.
Antes de hacer esa estafa en la que fue perjudicada Susana Giménez, había sido descubierto por otra similar y lo habían beneficiado con una probation. Pero siguió. Arzagot Arias viene haciendo este tipo de maniobras desde al menos 2010, según admiten investigadores de fraudes bancarios.
Como consecuencia de la investigación por la estafa a los clientes de la agencia de turismo en 2016 Cubría pidió el allanamiento de la casa y el secuestro de su computadora. El análisis del material estuvo a cargo de Gendarmería. Mientras lo estaban investigando, la dueña de la agencia de turismo avisó que otro cliente había sido estafado de la misma manera por Arzagot Arias. El 5 de enero de 2018, cuando volvía de un viaje pagado con tarjetas de otros, el estafador informático fue detenido. Volvió a estafar gente después de ser descubierto y por eso lo detuvieron. Fue procesado con prisión preventiva por el entonces juez de instrucción Hernán Martin López. En septiembre de 2018 el fiscal Cubría elevó el caso a juicio.