¿Internet nos hace menos inteligentes? Cómo la “era tech” limitó muchas de nuestras viejas capacidades

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Según el escritor Nicholas Carr, la tecnología no resulta tan buena para las personas como se creía años atrás.

Hace algunos años, un reconocido escritor estadounidense se atrevió a preguntar públicamente si es cierto que Google vuelve a las personas más estúpidas.

Poco tiempo después, ese mismo autor, llamado Nicholas Carr, publicó en el New York Times un libro en el que, a pesar de las críticas, se reafirmó como el principal crítico de Internet por lo que él considera que hace con las mentes de los humanos.

En aquel entonces, casi 10 años atrás, el escritor dijo que los hipervínculos no nos permitían concentrarnos, y hoy esta teoría la traslada al uso de celulares, ya que asegura que debilitan la forma de pensar de los humanos, incluso cuando están apagados.

En una reciente entrevista que brindó para el medio BBC, Carr explicó que en su momento, cuando escribió el exitoso libro “Superficiales: lo que Internet está haciendo con nuestras mentes”, el suponía que Internet iba a traer un gran cambio en la manera de pensar y leer, pero en su interior realmente tenía dudas sobre si estaba dándole demasiada importancia a la situación.

“Lamentablemente, los estudios que se han publicado en los últimos años respaldan lo que predije. De hecho, los efectos adversos de la tecnología en nuestra capacidad mental son incluso mayores de lo que yo me esperaba”, aseguró.

Incluso, sostuvo que durante los últimos 10 años analizó “interesantes y a la vez aterradoras investigaciones que muestran que, cuando tenemos cerca el teléfono (aunque esté apagado), nuestra capacidad para resolver problemas, concentrarnos e incluso tener conversaciones profundas disminuye”.

Además, durante la conversación con el medio, indicó que Internet brinda información de una manera que debilita la capacidad de las personas a la hora de prestar atención. Según dijo, cuando se navega en Internet o cuando se usa el celular, los usuarios obtiene una gran cantidad de información, pero que  llega de manera muy fragmentada.

“Aparecen muchos pedacitos de información multimedia (sonidos, fotos, imágenes en movimiento, textos) que compiten entre sí, solapándose mutuamente. A eso hay que sumar las muchísimas interrupciones de las alertas y notificaciones, y el hecho de que sabemos que siempre hay nueva información disponible. Hemos aprendido a estar constantemente estimulados para recabar pedacitos de información todo el tiempo, pero no nos sentimos estimulados para tomarnos las cosas con calma, para concentrarnos, para estar enfocados en algo, para prestar atención”, aclaró.

Sobre esto, dijo que las redes sociales muestran fragmentos de noticias y de titulares, y que al final, la gente hace mucho énfasis en la información que llama su atención al instante, la cual suele ser muy emocional y muy exagerada, y a menudo se trata de noticias falsas.

Consultado acerca de por qué le parece tan grave la falta de atención que las personas manejan, el escritor comentó que las formas más elevadas de pensamiento requieren que se preste atención, que eliminemos las distracciones y las interrupciones, algo que la tecnología de Internet no permite.

De hecho, considera que interrumpe y distrae constantemente a las personas, y que como consecuencia, “estamos perdiendo nuestra capacidad de implicarnos en las formas más elevadas de pensamiento que tenemos disponibles los seres humanos”.

Por otro lado, manifestó que a pesar de que la sociedad se ha vuelto mucho más consciente de que la tecnología está cambiando la forma en pensamos, lo cierto es que todavía las personas no cambian sus comportamientos. Es decir, son conscientes de lo que genera Internet pero no por eso modifican su accionar.

“Nos quejamos de los efectos de Internet y de las redes sociales, pero nos resulta muy difícil reducir nuestra dependencia. Cuando llegó Internet, todo el mundo pensó que nos íbamos a volver más inteligentes, pero si te fijas en los indicadores de inteligencia, más bien vemos lo contrario. Estamos yendo hacia la otra dirección. Nos estamos volviendo menos inteligentes, más cerrados de mente y, de cierta manera, intelectualmente limitados por la tecnología”, cerró.

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