Félix Gretarsson, electricista de 48 años, pasará a la historia de la medicina como el primer hombre al que se le realizó un doble trasplante de brazos y hombros. Aún no está claro cuánta movilidad recuperará, pero a dos semanas de esta intervención sin precedentes, realizada en el hospital Edouard Herriot, de la ciudad de Lyon, en el sureste de Francia, confiesa que se siente bien, especialmente esperanzado en un futuro mejor.
El 12 de enero de 1998, Gretarsson, de 26 años, estaba trabajando en una línea eléctrica de alta tensión cuando una sobretensión de 11 mil voltios le quemó las manos y lo arrojó al piso helado. Sufrió múltiples fracturas y lesiones internas.
Estuvo en coma durante tres meses y al salir de ese estado le amputaron ambos brazos. Además, tuvo que someterse a varias operaciones más, entre ellas un trasplante de hígado.
En 2010, hubo un caso similar: John Peck, un marine norteamericano, perdió brazos y piernas después de pisar un explosivo en Afganistan y pasó por experiencias dramáticas antes de que, en 2016, en un hospital de Boston, Estados Unidos, lograron hacerle un exitoso doble transplante de brazos.
Gretarsson necesitaba que, además, le trasplantaran uno de sus hombros y el suyo parecía un destino irreversible, solo desde el afuera porque él no se resignaba y buscaba permanentemente una solución a su problema.
Un día, cuando Jean-Michel Dubernard, el pionero del trasplante de mano, visitó Reykjavik, la capital islandesa, para dar una conferencia, Gretarsson acudió a él para preguntarle si sería posible reemplazar las extremidades perdidas. “Era su mayor sueño”, cuenta su esposa Sylwia. Con eso en mente, siete años atrás se instaló en Lyon por la fama que había cobrado la ciudad en la materia.
El doble transplante de brazos y hombros
Para encontrar donantes adecuados se necesitaron años. Durante ese tiempo, unos 50 miembros del personal médico se involucraron en los preparativos de la operación. “En este nivel de amputación, no podemos prometer nada”, señaló Lionel Badet, el cirujano que, en 2010, lanzó el protocolo médico para la operación.
El 13 de enero, cuatro equipos de profesionales se dedicaron a trabajar sobre ambas extremidades. Hicieron reconstrucción ósea, revascularizaron las extremidades y finalmente, se dedicaron a hacer la delicada tarea de conectar músculos, tendones, nervios y piel.
“Siempre supe que esto iba a suceder”, subraya Gretarsson, al referirse a este trasplante. “Empiezo a considerarlos como propios (…) aunque no fue fácil y, sobre todo, muy doloroso. Las primeras 24 horas fueron horribles”, explicó el islandés al semanario Tribune.
Según su propia percepción, su evolución, poco tiempo después de la cirugía, es “muy buena”. Desde su habitación del servicio de trasplantes, comenta: “Tomo muchos analgésicos pero siento que cada día avanzo”.
“Dar un poco a alguien que estaba perdiendo tanto, ya es mucho”, declaró Aram Gazarian, el cirujano principal de la operación en una conferencia de prensa. “Si puede recuperar la posibilidad de doblar activamente el codo, eso cambiaría su vida”, agregó.
Gretarsson se muestra optimista ante la posibilidad de recuperar cierta movilidad en sus extremidades, aunque puede que no gane ninguna. El hombre asegura que empieza a apropiarse de sus brazos. “Me gustan mis manos, se parecen a las de antes”, indica.
Los médicos que lo operaron afirman que el pronóstico para que el brazo derecho se vuelva funcional es mejor que para el izquierdo, que también había requerido una reconstrucción completa del hombro. La buena señal es que hasta ahora no se detectaron complicaciones graves.
Tras la histórica intervención, el islandés debe pasar otras tres semanas en el hospital antes de ser trasladado a un servicio de reeducación física y de rehabilitación neurológica, cerca de Lyon. Tiene por delante años de trabajo. Durante el proceso, no estará solo, además de estar acompañado por su esposa, el equipo que lo atendió asegura que lo apoyará toda su vida.
