Allanaron al médico de Maradona luego de que lo investigaran por homicidio culposo: “están buscando un culpable”

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El neurocirujano dio una rueda de prensa en su casa tras el procedimiento requerido por la fiscal Laura Capra. Poco antes, la DDI de San Isidro encontró la historia clínica del ex campeón del mundo. Por el momento, el médico no está imputado. Sin embargo, su situación puede cambiar. Su compleja relación con el Diez como paciente.

Mientras los efectivos de la DDI de San Isidro retiraban en cajas los elementos secuestrados de su casa de Adrogué, entre lo que se encontraba la historia clínica de Diego Armando Maradona, un documento de unas cien páginas que recopilaba años de estudios y diagnósticos, Leopoldo Luciano Luque, el neurocirujano que actuó como el último médico personal del Diez, abrazó a su esposa, esperó y observó la escena policial en la que se encontraba. No era el único allanamiento en torno al especialista de esa mañana: su consultorio en Belgrano, sobre la Avenida del Libertador, también había sentido el ariete en busca de computadoras, teléfonos y documentos.

La fiscal de Benavídez Laura Capra, a cargo del caso, junto al fiscal general John Broyad y los adjuntos Cosme Iribarren y Patricio Ferrari, habían dado un giro sorprendente a la causa para esclarecer la muerte de Diego Maradona: tras los testimonios de las hijas del ex jugador, Dalma, Giannina y Jana, y varias observaciones en la casa del country San Andrés llevaron en cuestión de horas a la hipótesis de una mala praxis, de una impericia o negligencia médica.

El médico al momento en que hacia ingresar a la medios a su casa.

El médico sería, en los nuevos cálculos, el responsable de esa negligencia.

Cerca de las 13, los agentes se subieron a sus móviles y se retiraron con todos los elementos que consideraban de importancia para la causa. Luego se quitó el perímetro de seguridad y un grupo de periodistas se acercó para realizarle una serie de preguntas al especialista. Su mirada entre pérdida y segura intentaba responder, pero pensó y recalculó. “Pasen a mi casa y hablo de todo, acá no. No quiero molestar a los vecinos”, soltó.

Dentro de su casa, el clima era lúgubre. El médico ciertamente sentía el peso: “Están buscando un culpable, no se entiende qué están haciendo”, le dijo Luque a Infobae.

Según relataron familiares de Luque, los efectivos ingresaron a la casa y durante alrededor de cuatro horas “revolvieron todo, dieron vuelta la casa” y no saben por qué, ya que “todos los documentos que buscaba la Justicia los dejamos sobre una mesa al momento en que ingresaron los policías”. Para la familia del médico, la intención de la Justicia fue hacerlo quedar como el responsable de la muerte del Diez frente a la sociedad: “Se llevaron nuestros teléfonos, nuestras computadoras, no sé para qué, no sé qué quieren encontrar”, dijeron a este medio

“Realmente no puedo creer lo que está pasando”, dijo Luque. Así mientras los micrófonos se acomodaban para dar inicio a la conferencia, el hombre se sentó debajo de una sombrilla que lo protegía del sol a centímetros de su pileta. Luque, todavía sin una imputación formal, con un grupo de fiscales que lo allanaba para robustecer o deshechar la sospecha en su contra, estaba acompañado por su abogado y amigo Julio Rivas que lo observaba fijo.

Luego comenzó a responder preguntas. Sus familiares ubicados detrás las cámaras de televisión, lloraban y seguían cada palabra, cada expresión del médico que quedó en el foco de la Justicia para develar qué ocurrió momentos, días, horas y minutos antes del miércoles pasado, cuando el mayor futbolista de la historia falleció de una insuficiencia cardíaca en casa del barrio privado San Andrés, en Tigre.

“Sé lo que hice y cómo lo hice. Tengo todo para mostrar. Estoy absolutamente seguro de que hice lo mejor que se podía hacer con Diego”, sostuvo. Luque luego se defendió de las acusaciones por haber dado de alta al Diez prematuramente.

“Estoy muy mal porque se me murió mi amigo. Él necesitaba ayuda. No había forma de entrarle: él tenía autonomía, él decidía todo el tiempo. Yo no podía decirle: ‘Sobre este tema no podés decidir’. Diego era muy difícil. Me echó un montón de veces de su casa. Me echaba y después me llamaba. Esa era la relación que teníamos. Yo hacía sugerencias y él las aceptaba o no. Yo lo acompañaba al médico, lo acompañaba hasta el dentista, porque si no estaba al lado, Diego no se sacaba ni una muela”, aseguró.

El principal objetivo de la Justicia es indagar sobre las causales de muerte y la intervención de los profesionales que estaban a su cargo, más allá que de esa situación se desentendió: “Yo no era supervisor de una supuesta internación domiciliaria. ¿Cómo le vas a clavar una internación domiciliaria a un tipo que no quiere ni a un acompañante terapéutico? No sé de quién es la responsabilidad. Yo no lo manejaba. Diego era un paciente en condiciones de alta. Soy responsable de extenderle la vida y mejorarle la vida hasta lo último”, aseguró.

Y siguió: ”No se lo podía llevar a un hospital neuropsiquiátrico porque no hay criterio médico. Entonces, había que llevarlo a un centro de rehabilitación. ¿Y sabés qué requiere eso? La voluntad de Diego, lo cual era imposible”.

“Acá no hubo un error médico de parte de nadie. Diego tuvo un evento fortuito. Un ataque cardíaco que, en un paciente con sus características, es lo más común del mundo. Lamentablemente, es un hecho que podía pasar, le pudo haber pasado antes o después. Se hacía todo lo posible para disminuir la chance de ese evento, pero no se podía bloquearlo”, reveló.

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